Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Oro, incienso y Coca-Cola

Noche de paz y guerra de tradiciones. En la contienda, a regalo limpio, de Papá Noel contra los Reyes Magos, los Reyes Magos contra Papá Noel, se cuelan bulos eternos. ¿La invasión de barbudos navideños viene de Estados Unidos? ¿Es el traje rojo de Papá Noel un invento publicitario?

¿Es Papá Noel una americanada más que invade nuestras tradiciones navideñas?
¿Es Papá Noel una americanada más que invade nuestras tradiciones navideñas?
Reuters/Ints Kalnins

El mito

Como aquel famoso turrón de cuyo nombre no quiero acordarme, el Desmitificador vuelve a casa por Navidad. Y vuelve a tope de cafeína para desmontar uno de los mitos más extendidos de los últimos tiempos. He oído (y leído) esta leyenda urbana en tantos sitios, en tantos medios de comunicación supuestamente respetables, que hasta me extraña que no haya protagonizado todavía ningún ‘sketch’ de Pantomima Full. Porque claro, Papá Noel antes no traía regalos a los niños. Jamás. ¿Cómo se atreve el gordo este a hacerle la competencia a sus majestades los Reyes Magos de Oriente? Además, lo peor es que este señor es un producto del capitalismo. Una americanada. ¡Si hasta viste de rojo por culpa de los anuncios de Coca-Cola! ¡Maldito consumismo y maldita globalización! Pues bien, todo mentiras. Seguid leyendo, ho, ho, ho.

Verdadero o falso

La primera verdad es que no es cierto que Papá Noel sea una americanada, sino una tradición importada de Europa. Sus orígenes se remontan al siglo IV, en Holanda, donde un personaje llamado ‘Sinterklaas’ (San Nicolás) trae regalos a los niños a principios de diciembre. Los holandeses que emigraron a EE. UU. se llevaron esta tradición al Nuevo Mundo, y la idea tuvo éxito. Popularizada en el siglo XIX por escritores como Washington Irving o Clement Clarke Moore, esta costumbre navideña fue extendiéndose desde Nueva Ámsterdam –hoy Nueva York– a todo el país. Y la idea original holandesa fue mutando. Sinterklaas pasó a ser ‘Santa Claus’, empezaron a aparecer elfos y renos voladores y el gordito bonachón se mudó de la Costa Blanca (según la tradición original San Nicolás vivía en Alicante) a Laponia. Me parece más increíble esto que la existencia de renos que vuelan, la verdad.

Y ahora toca desmontar la leyenda urbana por excelencia. Esa que dice que Santa Claus viste de rojo únicamente por culpa de las agresivas campañas publicitarias de una conocida marca de refrescos. Basta hacer una búsqueda en Google para encontrar cientos de páginas que afirman que, a principios de los años treinta, Coca-Cola encargó al dibujante Haddon Sundblom rediseñar al popular personaje para que luciera con orgullo los colores oficiales de la compañía. Como todos los bulos, la historia tiene parte de verdad, así que ‘cuela’ fácilmente. Porque resulta que el tal Sundblom sí que diseñó las campañas navideñas de Coca-Cola, ya que la marca quería aumentar las ventas del refresco en invierno. Y, en 1931, el ilustrador dibujó a un Santa Claus bonachón, que llegaba a una casa y, en vez de galletitas y leche, se encontraba una botella de Coca-Cola. Efectivamente iba vestido de rojo, pero, ¿fue una decisión corporativa? Vestirlo de amarillo fosforito no habría tenido mucho sentido, pero resulta que la imagen más popular del personaje navideño ya vestía así, y Sundblom se aprovechó de la coincidencia. Lo usó porque la gente ya lo asociaba al color rojo; de no haber sido así, probablemente habría escogido otro protagonista para su campaña.

¿Cómo lo sabemos? Hay cientos de carteles, anuncios, libros, revistas… anteriores a la campaña de Coca-Cola. Es más, en un artículo publicado por el prestigioso ‘New York Times’ en 1927, se describe al ‘Santa Claus estándar’ como "vestido de rojo, con un gorro del mismo color decorado con piel blanca". Y añade: "Lleva un saco lleno de juguetes y tiene la nariz y las mejillas rojizas". Ya entonces, este personaje era omnipresente "en los grandes almacenes y en todas las esquinas de la ciudad".

De propina
Para justificar su versión, muchos defensores de esta teoría de la conspiración se apoyan en que, antes, Santa Claus vestía de verde. Pero es que esto es supernormal. En tiempos, vestirse de rojo era algo muy poco común, hasta mediados del siglo XVI era un lujo que muy poca gente podía permitirse. Porque parece que solo trajimos café, chocolate, y plata de América, pero el mayor monopolio español fue, durante mucho tiempo, el tinte de color carmín. Al llegar al imperio de Moctezuma, los conquistadores se sorprendieron de la abundancia de telas rojas, escasísimas en el Viejo Continente. Descubrieron que los aztecas usaban cochinillas secas para teñir la ropa, y empezaron a exportar sacos de estos preciados bichitos a Sevilla y, de ahí, al resto de Europa. Los españoles comercializaron el tinte en forma de pequeñas ‘pastillas’, de tal manera que era complicado descifrar que eran en realidad insectos, y mantuvieron durante muchos años el secreto de su procedencia. Esto les permitió tener un monopolio durante décadas, hasta que los científicos Anton van Leeuwenhoek y Robert Boyle, pioneros en el uso del microscopio, descubrieron que las pastillas eran en realidad "parte de un pequeño animal, son hembras con el cuerpo lleno de huevos". En el siglo XVIII, la proliferación de los tintes rojos sintéticos como la alizarina acabó de rematar la industria de la cochinilla, que hoy en día se usa casi exclusivamente en la industria alimentaria y la producción de cosméticos. Sí, sí, os coméis muchas cochinillas. Id a coger cualquier pintalabios, regaliz o yogur de fresa y mirad los ingredientes. Si tiene E-120 o ácido carmínico… Crunch, crunch.

Para saber más
Como hoy el Desmitificador ha estado muy navideño y muy poco científico, la recomendación va a ser todo lo contrario: muy científica y muy poco navideña. Y es que, como buen fan de los mitos, tengo que recomendaros el primer libro de Daniel Torregrosa, ‘Del mito al laboratorio’ (Cálamo). Este libro nos habla de personajes mitológicos que han impregnado historias y descubrimientos científicos, hasta el punto de haber llegado a bautizar muchas ‘criaturas’ nacidas en los laboratorios. Podéis pedírselo a Santa Claus, que ya hemos visto que, como el turrón, viene de Alicante. Ho, ho, ho.

Fernando Gomollón-Bel Químico y divulgador científico

-Ir al suplemento Tercer Milenio

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión