Dormir del lado izquierdo

Dormir es reequilibrar todo nuestro organismo, porque mientras dormimos nuestro cuerpo trabaja para fijar la memoria y para restaurar las funciones biológicas generales.

Quienes pasan cinco horas o menos en la cama tienen un 65% más de probabilidades de morir que aquellos que duermen dos horas más.
Dormir del lado izquierdo

Dormir es dejar que el cuerpo y el cerebro actúen; que las estructuras del organismo trabajen activamente en la restauración de las funciones biológicas generales, las funciones cognitivas y en la producción de cosas nuevas, por lo que privar del sueño de manera prolongada es mortal. Cuanto más corto sea nuestro sueño, más corta será nuestra vida. Y no dormimos bien. Las cifras dicen que el 20% de la población padece insomnio, dificultad para iniciar o mantener el sueño, y puede manifestarse como problema para conciliarlo o despertarse frecuentemente. Y que el 10% tiene pseudoinsomnio, que es la mala percepción de sueño, por lo general por malos hábitos: ir a la cama nervioso, sestear a lo largo de día, llevar trabajo a la cama, cena copiosa, música fuerte, película de tensión...

El principal problema que se encuentran los médicos es que nadie concibe el insomnio o las alteraciones en el sueño como un problema que hay que tratar médicamente. No se termina de dar la importancia que tienen al descanso y la necesidad de respetar unas mínimas pautas de higiene del sueño, que bastarían para acabar con muchas de las alteraciones que sufrimos. Es tan importante que Matthew Walker, profesor de neurociencia y psicología de la Universidad de Berkeley (EE.UU.), lleva años suplicando a los médicos que lo prescriban a sus pacientes como la mejor medicina. Porque, como dice Julio González, psiquiatra, residente en Neurofisiología del Hospital Miguel Servet de Zaragoza, "no dormir es matarse". Porque el descanso nocturno es una necesidad biológica de nuestro organismo, una de las inversiones más rentables en salud, ya que nos permite restablecer las funciones físicas y psicológicas esenciales para un pleno rendimiento y bienestar, aunque la realidad nos dice que entre el 20% y el 48% de la población adulta de nuestro país sufre en algún momento dificultad para iniciar o mantener el sueño, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN).

Una de las alteraciones viene dada por los cambios de los horarios del descanso (como los que trabajan a turnos), o el cambio de horario de primavera e invierno, como el de hoy. Julio González indica que "aunque lo ideal es mantenernos en el mismo horario geográfico y continuo todo el año, que parece que es hacia donde se va, los seres humanos tenemos la capacidad de adaptarnos a los husos horarios en dos o tres días".

depende, depende. Aristóteles decía que el día había que distribuirlo en tres fases de ocho horas para trabajar, descansar y dormir, sin embargo, sus teorías chocan con la realidad del propio ser humano: dormir es una cifra estadística y cada persona necesita un tiempo distinto al resto, porque cada cual tenemos unas necesidades de sueño diferentes. Las horas de sueño se computan a lo largo de todo el día y cuando se completa uno se despierta irremediablemente. Por ello, si dormimos más de una cabezada después de comer... es tiempo que restamos al sueño de la noche. La clave está en conocer cómo es y adaptar nuestra vida a él. Porque hay quien necesita apenas 5 horas y quien 10 para restaurar el organismo, y por más que se empeñe en seguir durmiendo será imposible. Con los años, además, se necesitan menos horas. "No tenemos la misma necesidad de sueño a lo largo de nuestra vida", dice Julio González.

Erróneamente se cree que despertarse de madrugada significa dormir mal, cuando (si no hay elementos que distorsionen, como un enfermo, un ruido fuerte) nuestro organismo lo hace porque ya ha hecho todo lo que tenía que hacer, y suele coincidir con la madrugada, cuando el aumento del cortisón nos va despertando.

El doctor González explica el estudio que la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid ha realizado sobre la percepción que tenemos sobre cómo dormimos, en comparación con otros países europeos, "y en general es mejor que nuestros vecinos. Sin embargo hay una referencia específica respecto a las mujeres en el estudio, sobre cómo creen que duermen, sobre su calidad del sueño y resulta que las aragonesas creen que duermen peor que las demás". El estudio no mide variables objetivas respecto al sueño, solo la percepción de las personas respecto a él; mide cuánto dicen que duermen y cómo sienten ese dormir, si es satisfactorio, si se levantan descansados. "Y la mujer aragonesa percibe que tiene menos calidad de sueño y duerme menos horas. Hay factores que hacen que la mujer duerma peor, como los hormonales (menopausia, menos sueño), y la percepción de fatiga que tiene que ver con el ciclo menstrual".

QUITAR HORAS AL SUEÑO

En la percepción sobre la calidad del sueño existen factores sociales que están implicados, como el tiempo que se dedica a diversas actividades "y en esta agitada vida que llevamos a veces resulta que le quitamos tiempo al sueño. Además, lo hacemos porque tenemos demandas familiares, laborales... o por ocio, y nunca hay que olvidar algo importante y es que el sueño es una función biológica necesaria para la vida. No dormir bien tiene alteraciones de sueño que se asocian a muchas enfermedades, a disfunciones en la vida diaria, capacidad de fijar la atención, la memoria".

Porque dormimos por inercia, sin entender su importancia, cuando lo básico del sueño es el sentido común. Las horas de sueño para los niños significa crecimiento porque segregan esa hormona. Sin descanso, reduces la altura y puede conllevar la hiperactividad o a ser malos estudiantes. Mientras que las personas mayores presentan el problema contrario (la narcolepsia o exceso de sueño), en la soledad de su casa. No tienen que hacer y están horas frente al televisor dando cabezadas.

ENFERMEDADES

El cuerpo trabaja por la noche y dormir mal está asociado a enfermedades cardiometabólicas, como diabetes, hipertensión arterial; a otras del sistema nervioso central como las demencias, problemas cognitivos. No dormir adecuadamente es un factor de riesgo para estas enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, y también para otras como el cáncer. Se asocia a una mayor ganancia de peso, obesidad, lo que tiene un impacto importante sobre todo nuestro organismo: trastorno bipolar, hipertensión, diabetes…

Muchas patologías del sueño se resuelven en Atención Primaria, donde los psiquiatras, pediatras y neurólogos asisten a los afectados. Cuando se complican y alcanzan el grado de insomnio crónico, rebelde a cualquier tratamiento, entran en las unidades del sueño. Pero, por lo general, suelen remitir manteniendo una buena higiene de sueño, como no cenar mucho, no beber en exceso, llegar tranquilo, no alterado por haber estado sometido a presiones externas, como música fuerte, una película de tensión... para dejar trabajar al organismo. Si no lo hace, provoca una larga lista de alteraciones que van desde la irritabilidad a trastornos metabólicos, que en casos severos genera psicosis. Porque el sueño fija la memoria, todo lo vivido y sentido a lo largo del día y reequilibra el organismo.

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