Enrique Ávila: "El negocio del cibercrimen ha superado al del tráfico de drogas"

¿Qué es el Centro Nacional de Excelencia en Ciberseguridad?

Parte de un programa europeo en el que se detecta una serie de vulnerabilidades en ciberseguridad y una ausencia de capacidades en expertos en la lucha contra el cibercrimen. Así se crea una red de centros de excelencia dependientes de universidades, de administraciones y del tejido empresarial. En España, el Centro Nacional de Excelencia se crea entre la Universidad Autónoma de Madrid, la empresa de seguridad S 21 Seg y la Secretaría de Estado de Seguridad del Ministerio de Interior.

¿Qué función tiene?

La capacitación y formación avanzada de miembros de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Además se generan proyectos de investigación. Ya llevamos formados tres cohortes de miembros de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, mayoritariamente de la Guardia Civil que son los más activos, y también nos envían alumnos otras fuerzas policiales y el mando conjunto de ciberdefensa.

¿España es un país ciberseguro?

Hablar de ciberseguridad como una capacidad al 100% operativa nunca va a ser real, al igual que tampoco la seguridad. El Estado ha hecho un buen trabajo en los últimos años definiendo una serie de estructuras y de capacidades en materia de ciberseguridad. Los medios nunca son suficientes. Y el problema del dominio del ciberespacio es que se caracteriza por la necesidad de desarrollar una serie de capacidades muy específicas que tardan un tiempo en formarse y que son muy golosas para el mercado. En nuestro caso, lo que hacemos es capacitar a los agentes para disponer de ese talento, que es el mejor de los recursos disponibles para perseguir crímenes en el ciberespacio.

¿Cuáles son los delitos que más se cometen en el ciberespacio?

Hay que asumir el hecho de que el ciberespacio es un lugar que se está explorando. Es un dominio donde es difícil la aplicación de la ley y también la atribución de responsabilidades. De esa dificultad surge un conjunto de actores, y algunos de ellos hacen del cibercrimen su negocio. De hecho los últimos datos publicados dicen que el negocio del cibercrimen ha superado al que genera el del tráfico de drogas. Con pocos recursos se puede causar mucho daño u obtener muchos beneficios. Si atracas un banco, por un botín de 200.000 euros, te estás jugando la vida o es fácil que te pillen. Mientras que cuando operas en el ciberespacio no se conoce el límite de lo que se puede conseguir y la cantidad de recursos y el riesgo que asumes es muchísimo más bajo.

Delitos bancarios o pornografía infantil es lo que más se escucha en los medios de comunicación. ¿Son las actividades que más proliferan?

Son las actividades que más beneficios pueden generar. Por ejemplo las estafas financieras, si consigues ‘hackear’ una infraestructura crítica del sector podrías obtener miles de millones de euros. Pero también hablamos de Inteligencia. De ‘hackear’ a las personas o grupos sociales para que estas hagan algo de manera que te reporte un beneficio. No es nada nuevo, pero los medios técnicos disponibles son mucho más eficientes y pueden ir dirigidos a un público objetivo muchísimo más certero. Después, estaríamos hablando ya de ciberguerra cuando los actores fueran de carácter nacional y sus objetivos fueran atacar a otro Estado a sus infraestructuras críticas.

¿Por ejemplo con las supuestas injerencias de Rusia en las elecciones de EE. UU.?

Esto serían acciones de influencias que siempre las ha habido en tiempos de guerra y de paz. La red permite hacer un ajuste más fino. Precisamente en el Curso de Verano de la UNED en Barbastro donde participé se abordó cómo ‘hackear’ las mentes individuales. Internet es una red seudónima y demostrar quién hace qué cosa es muy difícil. No hay una identidad digital que diga ‘yo persona jurídica hago tal cosa en la red’.