Tercer Milenio

En colaboración con ITA

¿Por qué tus huesos no son de acero?

Ventajas de tener un esqueleto rígido interno hecho de un material soluble y químicamente estable. Esas cosas tan importantes que nunca vemos.

El cuerpo de los vertebrados tiene opciones limitadas para producir tejidos rígidos
El cuerpo de los vertebrados tiene opciones limitadas para producir tejidos rígidos
Omar Bárcena

Hay que reconocer que romperse un hueso no es nada difícil. Basta con un mal golpe y, ¡zas!, fractura al canto. El esqueleto humano dista mucho de tener la resistencia de materiales como el acero o el adamantium (del que está hecho el personaje de Lobezno). A la naturaleza podría habérsele ocurrido, por ejemplo, dotarnos de una 'materia prima' como la goethita de los dientes de ciertas lapas, que ha resultado ser el material más fuerte del mundo. ¿Por qué no lo ha hecho? Es la pregunta que se hizo Jordi Pereyra Marí (Ibiza, 1990), autor del blog Ciencia de Sofá.

La respuesta tiene su complejidad. Por un lado, Jordi argumenta que, hace unos 1.500 millones de años, un periodo de actividad tectónica especialmente intenso volcó grandes cantidades de minerales al mar, entre ellos abundante calcita (carbonato de calcio), una sustancia que, cientos de millones de años después, muchas especies comenzarían a utilizar para formar estructuras defensivas sólidas sobre su superficie, como conchas o púas.

Aunque los organismos que desarrollaron estos exoesqueletos estaban mejor protegidos contra los depredadores que los demás, una concha rígida tenía una desventaja: limitaba mucho su movimiento. Como resultado, hace unos 525 millones de años, la evolución terminó propiciando la aparición de un nuevo tipo de organismos que tenían una movilidad mucho mayor porque, a diferencia de los animales con exoesqueletos, desarrollaron las estructuras rígidas en el interior de su cuerpo, produciendo los primeros huesos e inaugurando el linaje de los vertebrados. Claro que estos seres con esqueletos internos cambiaron la calcita con la que sus amigos los moluscos fabricaban sus conchas o sus púas por otro mineral llamado hidroxiapatita, un tipo de fosfato de calcio. Mucho más estable químicamente a ácidos como el ácido láctico que producen los músculos. Y ahí precisamente reside una de sus fortalezas.

Pero no es la única. Sucede también que, aunque los seres humanos modernos estamos acostumbrados a fundir, mezclar y moldear mecánicamente los materiales que nos rodean para fabricar los objetos que queremos con una gran libertad, nuestros organismos tienen opciones mucho más limitadas para producir tejidos rígidos. Entre otras cosas porque solo son capaces utilizar las sustancias que pueden procesar químicamente y que, además, son solubles. Y ese es el caso de los compuestos de calcio, pero no de otros insolubles e inertes como el cuarzo o el corindón (óxido de aluminio).

Finalmente, si bien existen materiales con mejores propiedades, lo cierto es que la hidroxiapatita ofrece un buen equilibrio entre su resistencia química y mecánica y su densidad.

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