Me entra agua, se empañan... ¿cómo elegir bien las gafas para nadar?

Son claves para garantizar un buen baño en el mar o la piscina, sin embargo no es fácil encontrar unas gafas que permitan sumergirse cómodamente. He aquí unos útiles consejos para no fallar en la elección.

Las gafas de natación protegen los ojos del cloro.
Las gafas de natación protegen los ojos del cloro.
Pixabay

No por irritante deja de ser común zambullirse en el agua estrenando gafas y… ¡horror!, darse cuenta de forma inmediata de que, quizá, no se haya acertado con la compra. Bien porque se nos han soltado al tirarnos de cabeza, bien porque les entra agua en la primera brazada o bien porque se han empañado y no permiten ver con claridad. En fin, que acertar con las gafas de nadar no es tan fácil como parece y, además, dicho desacierto da mucha rabia porque condiciona el tan ansiado baño estival, además de perjudicar a los ojos, que se enrojecen por efecto del cloro y la sal.

Estas molestas situaciones pueden darse porque en el momento de adquirir las gafas no se han tenido en cuenta algunas cuestiones como el uso que se les quiere dar, la edad del usuario o la fisionomía de su cara. De hecho, hay quien si ni siquiera se las prueba, ¿es vuestro caso? Por eso, ofrecemos unos consejos para que a la próxima compra... ¡vaya la vencida!

Existen gafas tanto de adulto como para junior y, dentro de sendas gamas, la talla es única, de manera que solo se pueden ajustar el puente o el elástico. ¿Qué uso se les va a dar? Esto determinará el contar con mayores o menores prestaciones en función de si los baños se producen de forma ocasional y como divertimento o si forman parte de un entrenamiento profesional. Así, para los nadadores de recreo, se buscarán unos cristales más grandes y unas gafas autoajustables que irán ganando en sofisticación a medida que se considere una práctica deportiva. Para los más avezados, los cristales se pueden reducirpara ganar en aerodinámica. Hay que averiguar qué modelo se adapta mejor a la distancia que existe entre los ojos y la altura del puente de la nariz. Para eso, hay que colocárselas en los ojos sin la goma, presionar un poco y comprobar que, tras unos segundos, no se caen porque hacen ventosa. Además, no se debe notar ninguna molestia como que los ojos se juntan, se separan o tropiezan en el puente de la nariz. A continuación, las gafas se deben probar con la goma correspondiente, que se colocará por encima de las orejas y que completará la sujección sin que eso implique que exista una excesiva presión. Es conveniente asegurarse de que las gafas tienen efecto antivaho para evitar que se empañen cuando estamos bajo el agua. El color de la lente es cuestión de gustos, solo dependerá de si se quiere o no ver el fondo de la piscina y del mar con mayor o menor claridad.Una vez se ha acertado con las gafas, no estaría de más hacerse con dos unidades para no volver a correr riesgos con el desatino en la compra. También es importante cuidarlas bien y, para ello, se recomienda lavarlas bien con agua del grifo para quitarles el cloro de la piscina, lo que contribuye a alargar su vida.