Tercer Milenio
En colaboración con ITA
¿Quién nos ha contado el final de los dinosaurios?
Los últimos dinosaurios vivieron durante el periodo geológico del Cretácico, un mundo cálido y húmedo apropiado para la expansión de los reptiles. A finales de ese periodo tuvo lugar un evento de extinción masiva que provocó que más del 70% de todas las especies desaparecieran para siempre. La mayor parte de la comunidad científica señala al impacto del asteroide de Chicxulub, hace 66 millones de años, como el culpable de provocar esta extinción. ¿Cómo lo sabemos?
En un mundo cálido sin casquetes glaciares los continentes estaban inundados, convirtiendo a Europa en un conjunto de islas tropicales. Era el mundo cretácico. Bajo estas condiciones existían complejos ecosistemas dominados por dinosaurios, reptiles voladores o pterosaurios y gigantescos reptiles marinos como los mosasaurios. Los geólogos han propuesto diversas causas para explicar su desaparición: un enfriamiento climático global, la explosión de una estrella supermasiva cercana, el incremento inusual de los volcanes del sureste de la India o el impacto de un enorme asteroide, Chicxulub, sobre nuestro planeta. La frontera entre las rocas del Cretácico y las del Paleógeno está enriquecida en el elemento iridio y contiene minerales infrecuentes como espinelas de níquel, cuarzos con bandas de deformación interna permanentes y unos 100.000 trillones de pequeñas esférulas de vidrio natural conocidas como tectitas. Todas estas evidencias únicamente pueden ser explicadas como subproductos generados por el impacto del meteorito de Chicxulub en la península mexicana del Yucatán.
¿Cuáles son los restos más puros de Chicxulub?
Cuando un gran asteroide impacta sobre nuestro planeta se vaporiza, dando lugar a cantidades astronómicas de minúsculas salpicaduras de roca fundida, que son expulsadas en todas las direcciones. Estas esférulas de impacto, llamadas tectitas, se condensan formando gotas de vidrio y regresan a la superficie donde rápidamente suelen transformarse en minerales arcillosos más estables.
Recientemente se ha encontrado en la isla de Gorgonilla, un pequeño islote deshabitado del Pacífico colombiano, una capa geológica de 2 centímetros compuesta por tectitas del impacto de Chicxulub. Está considerada como la capa más pura del mundo ya que, sorprendentemente, casi todas ellas mantienen su composición original de vidrio. Su pureza ha permitido fecharlas con precisión mediante métodos radiométricos. La edad promedio obtenida para 25 de estas tectitas en el Centro de Geocronología de Berkeley (California) es de 66,05 millones de años, edad que coincide con la del límite Cretácico/Paleógeno.
¿Qué pasó exactamente cuando cayó ese meteorito?
El asteroide, de unos 10 kilómetros de diámetro, impactó con una velocidad cercana a los 20 kilómetros por segundo, vaporizándose instantáneamente y provocando enormes terremotos y olas tsunami. El polvo levantado, las gotas de roca fundida (tectitas) y los minerales de alta presión fueron transportados en una nube incandescente de vapor hasta llegar al espacio exterior, regresando luego a la superficie siguiendo órbitas balísticas. La lluvia de tectitas, incandescentes por la fricción con la atmósfera, emitió una intensa radiación infrarroja, que convirtió a casi todo el planeta en una especie de horno microondas durante horas o días.
El resultado fue la ignición espontánea de muchos bosques del Cretácico, liberándose a la atmósfera partículas de hollín. Su concentración, junto con el polvo levantado, bloqueó el paso de la luz solar, causando el cese generalizado de la fotosíntesis y un brusco enfriamiento climático durante los primeros años del Paleógeno. Además, una lluvia ácida generalizada afectó especialmente a las plantas y algas calcáreas, que desaparecieron temporalmente.
El efecto global fue la ruptura de la cadena trófica de los herbívoros, dando inicio a la extinción. La abundancia de nichos ecológicos vacíos tras la gran extinción provocó la aparición de numerosas nuevas especies en un corto periodo de tiempo, de tal modo que, en menos de medio millón de años tras la crisis, ya existían sobre nuestro planeta ecosistemas complejos.
¿Cómo pudieron sobrevivir algunos seres vivos?
Se han identificado varias estrategias de supervivencia. Las plantas, por ejemplo, produjeron semillas y esporas, que germinaron cuando la fotosíntesis pudo restablecerse. Su crecimiento permitió que se recuperaran los ecosistemas continentales. En los mares y océanos, muchas algas unicelulares que sustentaban la productividad primaria fueron capaces de permanecer aletargadas en esporas y quistes de reposo hasta que las condiciones volvieron a ser las idóneas para su desarrollo.
En cuanto a los animales, el pequeño tamaño resultó una gran ventaja para encontrar a tiempo refugio contra el breve pulso térmico letal relacionado con la lluvia de tectitas. Como norma general se han observado altos índices de supervivencia en animales que se alimentan de materia orgánica en distintos estados de descomposición (gusanos, insectos, etc.) y que a su vez servían de alimento a mamíferos, aves, lagartos o anfibios. Por el contrario, entre los mayores damnificados por el evento de extinción se sitúan los grandes dinosaurios herbívoros y superpredadores como Tyranosaurux rex. De no haber existido el impacto de Chicxulub, nuestro planeta seguiría probablemente dominado por los reptiles y nunca se habría visto un ser humano.
En estos fondos oceánicos, los sedimentos se fueron acumulando formando capas cada vez más modernas, algunas de las cuales contenían microfósiles en su interior.
Utilizando a los foraminíferos planctónicos, un tipo de protozoos marinos, la edad de la capa de tectitas de la isla de Gorgonilla ha podido ser determinada por un método independiente de las dataciones radiométricas. El análisis realizado en la Universidad de Zaragoza ha demostrado que las especies presentes en las capas situadas encima de las tectitas de Gorgonilla se corresponden con las primeras especies originadas hace justo 66 millones de años. Los resultados han sido publicados en el número de junio de la prestigiosa revista Geology, y permiten descartar la hipótesis de que el impacto de Chicxulub se produjo unos 300.000 años antes del límite Cretácico/Paleógeno y que, por lo tanto, jugó un papel menor como causa de la extinción de los dinosaurios no avianos.
José Antonio Arz, Ignacio Arenillas y Vicente Gilabert Departamento de Ciencias De La Tierra de la Universidad de Zaragoza, miembros del Instituto de Investigación en Ciencias Ambientales de Aragón
Con la colaboración de la Unidad de Cultura Científica de la Universidad de Zaragoza