Las consultas en Irlanda y en Podemos de este fin de semana han logrado resultados muy parecidos. Un 66% de los irlandeses han apoyado que se permita abortar a las mujeres, y un 68% de los afiliados de Podemos han avalado a su líder en medio de la polémica por la compra del chalé.

Dos resultados casi iguales y, a la vez, tan distintos, por mucho que desde el partido morado se critique que los medios de comunicación hayan analizado ambos de maneras muy diferentes.

El 66% que ha alcanzado el ‘sí’ en Irlanda es un éxito rotundo de los sectores más progresistas del país. En una sociedad con un enorme peso de la moral católica, los irlandeses han votado por el cambio, han roto con esa tradición conservadora y han logrado un avance que ya era una realidad indiscutible en la mayoría de los países de su entorno.

En cuanto termine la redacción de la ley, las irlandesas podrán abortar. Se habrán ganado su derecho a decidir sobre su cuerpo y sobre su maternidad y será muy difícil que en los próximos años se pueda echar atrás lo que han conseguido esta primavera.

Pablo Iglesias tiene un 68% de respaldos, sí, pero el 32% restante es una cifra muy preocupante. Por mucho que al político podemista se le llene la boca con la participación y las consultas a las bases, dirige el partido con mano de hierro. Y quienes han osado plantarle cara han acabado en la fila de atrás del Congreso y marginados en la toma de decisiones de la formación.

Ahora, la consulta del chalé ha demostrado que uno de cada tres afiliados de Podemos no lo quieren al frente. Y por eso, su aparente triunfo retrata un escenario muy sombrío.

Si en Podemos hay un 30% de rechazo al líder, cabe pensar que será aún mayor el porcentaje de posibles votantes que se alejen de la formación por culpa del chalé de marras.

Iglesias y Montero dan por zanjada la polémica, pero esto no ha terminado. Y no deberían comparar su consulta con lo ocurrido en Irlanda. Les guste o no, a veces 68 es mucho menos que 66.