Estos son los errores que tú también cometes en la educación de los niños

La actitud y las acciones de los progenitores son mucho más importantes que el comportamiento de los propios niños.

Tomar decisiones entre ambas partes es fundamental para una correcta educación.
Tomar decisiones entre ambas partes es fundamental para una correcta educación.
Freepik

Dicen que los niños vienen con un pan debajo del brazo y son muchos los padres que lo cambiarían por un manual de instrucciones. La educación de los más pequeños es un asunto que no deja de suscitar polémica, tanto en el currículum oficial como en el ámbito doméstico. El último debate educativo en Aragón fue la votación de la jornada continua, que se seguirá en un tercio de los colegios de la ciudad de Zaragoza. Pero, ¿qué ocurre con la educación en casa?

"Venimos de procesos educativos muy autoritarios y ahora se está yendo al lado opuesto, el de muy permisivo", señala Alejandra García, psicóloga y psicoterapeuta familiar. Ese es el primer error. La condescendencia incesante de los padres con los niños "les lleva a ceder en situaciones que no son beneficiosas y provocan que se porten peor y sean más exigentes", explica García. Esto puede ocurrir porque muchos padres sufren el síndrome de Burnout: agobio, cansancio y sentimiento de culpabilidad.

La solución con unos hijos desobedientes, según la psicóloga, es encontrar el equilibrio entre una educación firme y permisiva: la disciplina positiva. "Unifica ambos estilos educativos. Los límites son necesarios porque proporcionan seguridad y fomentan la autoestima y la personalidad de los niños, aunque hay que saber que poner un límite no es sinónimo de autoridad"; remarca la especialista. Un camino para llegar a este equilibro "es escuchar a los niños -como indica la psicóloga-; sus necesidades y tenerles en cuenta. Es aconsejable tomar decisiones entre ambas partes y resolver los problemas juntos".

Otro de los errores son los premios y los castigos que, según García, "funcionan a corto plazo, pero a largo no porque se les enseñan otros valores". Como ejemplo, muchos progenitores 'sobornan' con chucherías y juguetes a sus hijos para gestionar su enfado. "Entonces hay que plantearse, ¿qué les estoy inculcando? ¿Qué habilidad aprende con esta acción?", explica. Tampoco hay que comparar al pequeño con otros niños porque "se sienten inferiores e interfiere en su autoestima", dice la psicóloga.

Un problema 'de etiqueta'

Emplear las etiquetas de malo, desobediente o bueno para referirse a los más pequeños es otra de las equivocaciones más frecuentes. "Si un niño cree que es malo, nunca va a salir de este rol. Si se porta mal, hay que ver que está detrás de ese comportamiento", asegura García. La psicóloga detalla que estas etiquetas negativas pueden acarrear una mayor rebeldía en la adolescencia. Asimismo, "las etiquetas buenas (responsable, generoso...) les generan mucha ansiedad, sobre todo a las chicas, porque tienen la presión de no salirse de ese rol para no decepcionar a nadie", lamenta García.

Para corregir estos fallos, la psicoterapeuta asegura que es fundamental meterse en la cabeza del niño y ponerse en su lugar. "Si en algún momento los padres nos equivocamos, pedirles perdón a los niños es muy positivo. Así ven que, si los mayores fallan y piden perdón, ellos también pueden hacerlo", comenta García.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión