Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Los beneficios de reírse de uno mismo

Un nuevo estudio parece demostrar que, contrariamente a lo aceptado hasta ahora, el reírse de uno mismo contribuye al bienestar psicológico.

Tricicle en una foto de archivo.
Tricicle, genial humor sin palabras
Rafael Gobantes

Aprovechando que el genial trío cómico El Tricicle llega a Zaragoza con la que presumiblemente puede ser su gira de despedida, y en la que recupera los mejores números de su trayectoria, merece la pena hacer lo propio -recuperar- con un reciente trabajo sobre el humor de lo más serio.

El mencionado estudio, efectuado por investigadores de la Universidad de Granada, establece una relación entre los distintos tipos de humor –o dicho de otro modo, el tipo de humor que caracteriza a cada individuo; su particular sentido del humor- y el bienestar psicológico.

Pero vamos por partes. Existen o se distinguen cuatro tipos de humor:

El humor agresivo, que en esencia consiste en reírse del prójimo, en burlarse de él. El humor autodenigrante tecnicismo que viene a significar 'reírse de uno mismo' y que consiste en ponerse en evidencia ante los demás; básicamente. El humor prosocial; entendido como humor 'amable', 'inocente' o 'inofensivo'. Ese del que se puede reír todo el mundo. Y el humor de autoayuda, consistente en reírse de las situaciones estresantes o adversas.Tradicionalmente se han considerado los dos primeros como perjudiciales para la salud mental al estar asociados a la baja autoestima, depresión, ansiedad, etc. En tanto que los dos últimos son considerados como positivos al estar vinculados a la felicidad, la satisfacción, etc.

Sin embargo, el nuevo estudio parece demostrar que, contrariamente a lo aceptado hasta ahora, el reírse de uno mismo contribuye al bienestar psicológico. Al menos en España, ya que como apuntan los autores, es necesario realizar estudios análogos en otros lugares para determinar si existen diferencias culturales que condicionen el empleo de uno u otro tipo de humor.

Además, el estudio también analiza la relación entre nuestro particular sentido del humor y nuestra propensión a experimentar ira, así como la capacidad para controlarla y/o gestionarla. En este caso, las personas menos propensas a experimentarla y los que mejor la controlan se caracterizan por un humor de autoayuda y prosocial. Y como cabría esperar, aquellos que exhiben un humor agresivo son los más propensos a sufrir y manifestar ira. Entre medias se sitúan los que priman el autodenigrarse, que también experimentan ira pero son capaces de reprimirla u ocultarla ante los demás.

Humorismo

Lo curioso es que la esencia y conclusiones de esta novedosa investigación, que, a fin de cuentas, estudia la relación entre humores y personalidad y salud, evoca aquella otra 'trasnochada' teoría de los humores desarrollada por médicos y filósofos de la Grecia clásica y que perduró hasta más allá de la Edad Media.

Claro que por aquel entonces, por humores se entendían los distintos líquidos y fluidos del organismo. Y más en concreto a los cuatro considerados fundamentales: sangre, flema o moco, bilis amarilla (la producida en el hígado) y bilis negra (en el bazo). Según dicha teoría, la relación de estos cuatro humores en el interior del organismo definía el temperamento, aspecto y salud de cada persona. Atendiendo al denominado humorismo, el 'perfecto' individuo era aquel que presentaba un equilibrio entre los cuatro humores. En tanto que la preponderancia de uno u otro producía individuos optimistas o vitales, flemáticos, coléricos y melancólicos respectivamente. Así, por ejemplo, un temperamento colérico se caracterizaba no sólo por ser propenso a la ira; sino también enjuto, peludo, orgulloso, ambicioso, vengativo y astuto entre otros rasgos.

De hecho, el moderno significado de humor, tanto del estado de ánimo como en su acepción de comicidad, surge a partir del siglo XVI a raíz de esta conexión entre humores corporales y temperamento.

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