Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Corales estresados traen olas gigantes

Se prevé que, en el año 2100, el deterioro de las barreras coralinas nos dejará sin defensa frente a las olas gigantes. Otra consecuencia del cambio climático, que calienta los océanos.

Los arrecifes y barreras coralinasconstituyen la principal defensa contra el embate de las olas
Los arrecifes y barreras coralinasconstituyen la principal defensa contra el embate de las olas
Shalom Jacobovitz

El presente: prohíben la práctica del surf por las tormentas

"La Polinesia Francesa fue declarada en estado de ‘catástrofe natural’ el lunes debido a una profunda tormenta. Algunas ciudades prohibieron meterse en el mar para disuadir a los surfistas que deseen surcar las olas y evitar un peligro potencial para sus vidas.

Cuando los surfistas recogían sus tablas con intención de navegar las impresionantes olas de hasta 20 metros, varios alcaldes en Tahití y Moorea, las islas más pobladas, prohibieron que nadie entrara al mar.

Cientos de casas se han inundado, los puentes han sido destruidos y las carreteras han sido cerradas por la tormenta, que podría durar otros dos días y noches". Así se informaba en enero de 2017.

Y suerte que aún cuentan con la protección que les brindan los arrecifes y barreras coralinas. Que, de hecho, constituyen la mayor y principal defensa o resguardo contra el embate de las olas. No solo porque muchas rompen ya contra ellos y de este modo no alcanzan la costa. También, y sobre todo, porque debido a su particular estructura, plagada de aristas y grietas; de oquedades y recovecos, incluso las olas que los superan pierden en el trayecto gran parte de su energía por efecto de la fricción y la resistencia que opone el arrecife. Por lo que llegan a la costa ya debilitadas y disminuidas, lo que rebaja tanto la fuerza de su envite como su tamaño.

Sin embargo, recientes estudios advierten de que el calentamiento progresivo que están experimentando las aguas de las regiones tropicales, debido al cambio climático acelerado que vive el planeta, ha comenzado a afectar a los corales que conforman y mantienen estas barreras naturales. Y que, de persistir esta circunstancia, los conducirá a una lenta e inexorable muerte.

El futuro: barreras artificiales simulan la estructura de los arrecifes

Año 2100. Tal y como ya habían predicho numerosos estudios publicados en las primeras décadas del siglo XXI, el progresivo aumento de las temperatura de las grandes masas de agua oceánicas debido al calentamiento global provocado por el ser humano ha afectado al delicado equilibrio que mantiene el complejo ecosistema que constituyen las barreras y arrecifes coralinos.

Un incremento en la temperatura del agua estresa a los corales, al fin y al cabo seres vivos, lo que a su vez provoca que estos expulsen o no permitan el establecimiento de las algas simbióticas que les proporcionan la mayor parte de los nutrientes que requieren para desarrollarse y crecer. El resultado es que aquellos que todavía no han muerto han visto seriamente limitado su crecimiento y, del mismo modo, la complejidad de sus estructura. Y por lo tanto, su capacidad para disipar la energía de las olas.

Más aún, esta ralentización en el desarrollo impide que puedan crecer verticalmente a un ritmo suficiente para contrarrestar el aumento del nivel del mar propiciado por el continuado episodio de calentamiento global. En consecuencia, se ven desbordados por las olas y su capacidad como barrera física resulta seriamente disminuida.

Lo anterior conlleva críticas consecuencias para las regiones costeras que antes gozaban de su protección y que ahora son golpeadas por olas hasta 2,5 veces más altas y mucho más violentas y sufren inundaciones cada vez más recurrentes. Fenómenos que además de los daños inmediatos y más visibles que originan, provocan asimismo la erosión de la costa. Que de este modo se vuelve cada vez más sensible a otros episodios similares.

La situación de alerta ha llegado a tal extremo que ya se ha comenzando a ensayar con barreras artificiales que simulen la estructura que los arrecifes de coral tenían en el pasado a fin de recuperar, al menos en parte, su efecto protector.

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