Tercer Milenio

En colaboración con ITA

En busca de una vacuna universal contra la gripe

Como cada año por estas fechas, millones de personas en todo el mundo han iniciado la campaña de vacunación contra la gripe estacional con la esperanza de no verse afectadas por la cepa del virus activo esta temporada; mientras, esperan que la ciencia consiga desarrollar una vacuna definitiva. Esta posibilidad parece estar menos lejos. Un puñado de prometedoras vacunas experimentales ya se están ensayando.

vacuna gripe 3
vacuna gripe 3

La campaña de la gripe del año 2009 fue una de las más devastadoras y agresivas de los últimos años. Convertido en pandemia, se ha estimado que el virus se cobró cerca de 600.000 víctimas en todo el mundo, además de dejar un sinfín de afectados. Pero, al mismo tiempo, también resultó ser una de las más esperanzadoras para los científicos –si no la que más–, al permitirles descubrir un posible punto débil, una fisura por la que acceder al hasta ahora prácticamente invencible enemigo, y, a partir de ella, poder desarrollar una vacuna universal.

Este talón de Aquiles tiene que ver con la particular estructura y mutabilidad que exhibe el virus de la gripe. Este puede ser entendido como una sonda o cápsula recubierta por dos clases de proteínas, las hemaglutininas y las neuraminidasas. Hay 18 tipos diferentes de las primeras y 11 de las segundas. Así, cada virus recibe una denominación atendiendo a la combinación que presente, por ejemplo H1N1 o H3N5. Para los científicos en busca de una vacuna, las más importantes son las hemaglutininas, las responsables de interaccionar con las células del organismo e infectarlas. Dichas proteínas presentan una estructura de árbol o seta, es decir, con un tallo y una copa o sombrero. Estos sombreros constituyen la parte más externa y expuesta del virus.

Endemoniada mutabilidad

El gran peligro del virus de la gripe es su endemoniada e imprevisible mutabilidad. Existen docenas de cepas del mismo y, por regla general, cada año se activan y circulan unas pocas por todo el mundo. Y lo peor es que cada una puede variar de un año a otro lo suficiente para despistar o engañar al sistema inmunitario del organismo, de modo que no las reconozca y, por tanto, no genere anticuerpos o que los que produzca sean poco numerosos y efectivos. Generalmente, estos cambios son localizados y afectan a la estructura de las proteínas que recubren el virus. Pero ocasionalmente se puede producir un intercambio de genes entre cepas de virus que originan modificaciones mucho más profundas. Estableciendo una analogía tecnológica, la mayoría de los años lo que sale es una nueva versión de un modelo ya existente. Pero, de vez en cuando, la gripe saca un modelo nuevo que sorprende por completo al usuario. Ello nos obliga a tener que vacunarnos todos los años. Con unas vacunas que, además, son de una eficacia limitada.

Un blanco idóneo

Volvamos ahora al invierno de 2009. Fue entonces cuando los investigadores observaron que, en aquellas personas que sí habían desarrollado anticuerpos ante la nueva variante del virus H1N1, dichas defensas actuaban de un modo imprevisto. En lugar de atacar al sombrero de la hemaglutinina, actuaban sobre el tallo o tronco. Un descubrimiento que resultó sumamente trascendental ya que, por lo general, las mutaciones que experimenta el virus de una temporada a otra y que lo hacen difícil de reconocer se restringen al sombrero o copa, mientras el tallo se mantiene más o menos igual. Es lo que lo convierte en un blanco idóneo. El problema hasta este momento era que el sistema inmunitario del organismo se centraba en producir anticuerpos que reconociesen al enemigo por las cabezas. Pero con la constatación de que bajo determinadas circunstancias también podía generar defensas que identificasen al virus por el tallo, se abría una ventana para desarrollar una potencial vacuna universal. Más si cabe al constatarse que dichos anticuerpos también actuaban y resultaban efectivos frente a más de una cepa del virus. ¿Qué circunstancias son esas? Expresadas de un modo sencillo e intuitivo, que la cabeza sea tan diferente e irreconocible que a las defensas del organismo no les quede más remedio que dirigir su atención a aquellas partes más ocultas pero que se les hacen ‘familiares’.

El objetivo pasó a ser desarrollar una vacuna con unas características tales que el organismo responda ante el tallo y obvie la cabeza. Y, con este propósito en mente, distintos equipos de científicos de todo el mundo se han afanado en producir una batería de nuevas vacunas experimentales que aspiran a convertirse en definitivas o cuando menos capaces de mantener su efectividad y vigencia a medio-largo plazo.

Las más avanzadas hasta la fecha se encuentran en distintos estadios de ensayos clínicos. E incluso las hay que ya han entrado o están a punto de iniciar las fases de ensayo con humanos. Estas vacunas de nueva generación se sintetizan a través de tres vías o modos de actuación.

Las vacunas actuales se quedan cortas
Las actuales vacunas de la gripe son el arma con la que los médicos intentan inmunizarnos cada temporada. Gracias a ellas, millones de personas no se ven infectadas y la incidencia y la mortalidad de la enfermedad es mucho menor. Estas vacunas se desarrollan atendiendo a un criterio a medio camino entre la probabilística y la intuición. Los científicos encargados de producirlas tienen que predecir con meses de antelación qué cepas del virus es más probable que vayan a estar activas ese invierno. Y cruzar los dedos porque las mutaciones que presenten no las hagan del todo irreconocibles. En una campaña exitosa, en la que la vacuna se ajusta bastante a la realidad, la efectividad de la misma se establece en torno al 60%. Pero en los años en los que se produce un nuevo ‘modelo’ de virus, disminuye incluso por debajo del 10% y la gripe adquiere entonces categoría de pandemia. Todo lo anterior se traduce en que cada año el virus de la gripe afecta, según la Organización Mundial de Salud, a unos mil millones de personas en todo el mundo, causando entre 3 y 5 millones de infecciones graves y en torno a 300.000 fallecimientos.

Tres estrategias en marcha
En busca de una vacuna universal contra la gripe

Vacunas 'sin cabezas'Estas vacunas se basan en la producción de ‘invasores’ con proteínas descabezadas, que no presenten sombrero, solo el tallo. De tal forma que las defensas del organismo, el sistema inmunitario, reaccionen sí o sí ante este. El problema de esta aproximación radica en que el sombrero o cabeza de la proteína también contribuye a su estabilidad. O dicho de un modo sencillo: resulta mucho más difícil hacer una proteína sin cabeza que una completa. Del mismo modo que es mucho más difícil hacer una mesa de dos patas que una de cuatro. Por este motivo, algunos grupos de investigación han optado por dotar a los tallos de una cabeza totalmente nueva y distinta, que estabilice la proteína pero tan irreconocible para el sistema inmunitario como para que este no desvíe su atención del tronco.

Sin embargo, no existen garantías de que las vacunas de este tipo sean definitivas. Recientemente, investigadores de la Universidad de Rochester (Estados Unidos) han analizado mediante el empleo de superordenadores las secuencias genéticas de todas las cepas del virus H1N1 humano identificadas desde 1918 y han encontrado que las variaciones, los cambios, se producen tanto en la cabeza como en el tallo, aunque en este caso con una frecuencia mucho menor. Así, un objetivo más realista es obtener vacunas que nos protejan durante un periodo de años tras el cual haya que renovarlas, a imagen y semejanza de la vacuna contra el tétanos.

No obstante, la gran incógnita que se plantean los científicos es cómo reaccionará y evolucionará el virus enfrentado a esta nueva modalidad de vacuna. Se asume que la gran mutabilidad que exhiben las cabezas de las hemaglutininas es un mecanismo evolutivo del virus para evitar al sistema inmunitario. Por lo que si los ataques se concentran en el tronco, es factible que el virus evolucione aumentando los cambios en el mismo para superarlos.

En busca de una vacuna universal contra la gripe

Vacunas de ‘visibilidad aumentada’Estas vacunas de ‘visibilidad aumentada’ incorporan blancos o dianas que dejan al descubierto proteínas que se sabe que no mutan de un virus a otro pero que, en condiciones normales, permanecen ocultas y pasan desapercibidas para las defensas del organismo. En este caso, lo que se persigue es activar un tipo particular de células de defensa, los linfocitos T, para que las reconozcan e identifiquen como ‘agresoras’. Estos linfocitos no producen anticuerpos, pero sí memorizan la estructura del intruso, de modo que cuando este vuelve a hacer acto de aparición (ya integrado dentro del virus normal de la gripe), reaccionan ante él atacándolo para destruirlo y activando y dirigiendo al mismo tiempo a otros mecanismos de defensa en su contra. En esencia, el mecanismo para producir este tipo de vacunas consiste en coger una o varias de estas proteínas y empaquetarlas en nanocápsulas que, una vez inyectadas, las liberen en el interior del cuerpo, de tal forma que provoquen la respuesta del sistema inmunitario.

Desde 2003 se han estado probando vacunas basadas en dichas proteínas con resultados esperanzadores. Así, en 2011 se daba a conocer que los voluntarios vacunados con ellas mostraban resistencia ante nuevas cepas de virus transcurridos varios años.

En busca de una vacuna universal contra la gripe

Vacunas 'de amplio espectro'En este caso se trata de una aproximación totalmente diferente a las dos anteriores. En lugar de buscar y ofrecer un blanco estable y que perdure de un año a otro, lo que se pretende es desarrollar un agente que incorpore el mayor número posible de mutaciones y variantes de las hemaglutininas para que luego el sistema inmunitario sea capaz de reconocer cualquiera de ellas. Para ello los científicos recurren a programas informáticos a fin de generar modelos de este tipo de supervirus.

De este modo, el pasado año virólogos de la Universidad de Georgia (Estados Unidos) presentaban una vacuna que incorporaba todas las variantes del virus H1N1 que han estado circulando en los últimos cien años. En los primeros ensayos realizados, ratones vacunados con la misma han mostrado resistencia frente a cepas de dicho virus a las que nunca habían estado expuestos. Unos esperanzadores resultados, ante los cuales han comenzado a desarrollar una vacuna análoga frente al virus H3N2.

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