Tercer Milenio

En colaboración con ITA

¿Cómo ve Zaragoza una persona con retinosis pigmentaria?

Hasta el día 9 puede visitarse en la facultad de Ciencias la exposición ‘Miradas Cercanas’. Imágenes tomadas por miembros de la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza muestran cómo se ve la realidad con ojos afectados por patologías que originan baja visión.

Evolución, en cuatro fases, de la degeneración macular
Evolución, en cuatro fases, de la degeneración macular

Entre ver y no ver hay muchas situaciones intermedias; las que viven las personas con baja visión. "A veces no se nos nota que no vemos bien. Hay personas que son capaces de leer y reconocer caras pero no se mueven con autonomía. Otros caminan sin ayuda pero no leen carteles ni ven nombres de calles ni reconocen caras. Habrá quienes vean perfectamente de día y sean completamente ciegos en la oscuridad...", enumera Pilo Gallizo, presidenta de la asociación 36 mm, discapacidad visual B1, B2, B3 (asociacion36milimetros@gmail.com).

Con ‘Miradas cercanas’, "pretendemos visibilizar los problemas de baja visión poniéndonos en el lugar de personas con enfermedades visuales". Acción Visión España ofrece esta exposición en siete ciudades. En Zaragoza, 23 fotografías de rincones emblemáticos han sido transformadas digitalmente para mostrar la evolución, en cuatro fases, de hasta ocho patologías. Campo de visión limitado con pérdida de la visión periférica o central, visión borrosa y con manchas o una apreciación difusa de imágenes lejanas sufren a diario estas personas.

Degeneración macular

¿Cómo ve Zaragoza una persona con retinosis pigmentaria?

La degeneración macular es una enfermedad degenerativa ocular que ocasiona la pérdida de la agudeza visual en visión central, sin afectar a la visión lateral de las imágenes.

La mácula, de apenas 2 milímetros, es la zona central de la retina, con la que mejor vemos, a no ser que se estropee. Son factores de riesgo los antecedentes familiares, el desgaste de la retina asociado a la edad, el tabaco, exponerse al sol sin gafas protectoras, la piel blanca, los ojos claros, una dieta con carencias nutricionales, la hipertensión, las cataratas, la hipermetropía...

La degeneración macular seca, menos grave, se caracteriza por la acumulación de depósitos amarillentos de grasa en la mácula.

En la húmeda se desarrollan vasos sanguíneos anormales que pueden ocasionar derrames o hemorragias.

Existen tratamientos para la degeneración macular húmeda, con inyecciones intraoculares, pero no para la seca. La detección temprana de esta patología es crucial, pues no se recupera la visión perdida.

Retinosis pigmentaria

Las personas que sufren retinosis pigmentaria tienen una ‘visión en túnel’: el campo visual es cada vez más pequeño. Se trata de una enfermedad hereditaria y degenerativa. Las células fotorreceptoras –conos y bastones– se ven afectados por una destrucción gradual. Es raro que esta patología se manifieste antes de la adolescencia y suele afectar a los dos ojos por igual. Cada persona evoluciona de una manera; no todas las retinosis pigmentarias son iguales ni conducen a la misma pérdida de visión. Con frecuencia, la persona afectada se va adaptando a la pérdida de fotorreceptores y no es consciente de su problema hasta que la enfermedad se encuentra en una fase avanzada. Los síntomas más frecuentes son: ceguera nocturna, pérdida de visión periférica, deslumbramiento y, en casos muy avanzados, alteración de la percepción de los colores.

Por ahora, no existe cirugía ni tratamiento contra la retinosis pigmentaria.

Patologías corneales

¿Cómo ve Zaragoza una persona con retinosis pigmentaria?

La córnea es la parte más externa del ojo. Es la encargada de dejar pasar las imágenes y dirigirlas hacia el eje visual, que las llevará, tras pasar por el humor acuoso, la pupila, el cristalino y el humor vítreo, a la retina. Para ser eficaz en esta función, la forma de la córnea debe ser como media pelota de tenis y estar siempre húmeda y lubricada, de forma que los párpados suban y bajen sin problema. El parpadeo constante es necesario para el buen estado general de la córnea. Justo lo que no pasa cuando estamos ante un ordenador.

Si la córnea no está perfectamente redondeada, las imágenes no van alineadas al eje visual y surge el astigmatismo. Cuando la superficie de la córnea presenta zonas abultadas y zonas hundidas, además de desviarse las imágenes distorsionan sus formas y vemos la realidad deformada.

Si la córnea no está lo bastante húmeda o lubricada, se producen pequeñas úlceras, heridas e infecciones y, en muchos casos, sequedad del ojo.

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