'Assassins Creed Origins', el renacer del asesino

Tras un año de descanso, la saga de asesinos llega a Egipto con el juego más inmenso que jamás han creado.

Jorge Mora, periodista experto en tecnología, analiza Assassins Creed Origins

Hace ahora una década, ‘Assassins Creed’ sacudió el mundo de los videojuegos con las aventuras de un asesino encapuchado que recorría a su antojo un extenso mundo abierto trepando por los tejados de enormes ciudades y ejecutando a sus enemigos desde el sigilo. Hoy, la saga llega a su décima entrega (sin contar pequeños títulos adicionales) con un juego que nos cuenta el nacimiento de esta estirpe de asesinos y que, a su vez, supone su renacimiento, su reinvención.

Ambientada en el Antiguo Egipto, una época convulsa en la que confluyeron tres grandes imperios: egipcios, griegos y romanos, este juego supone un viaje en el espacio hasta uno de los mundos abiertos virtuales más grandes y repletos de vida jamás creados; y también en el tiempo, más de 2.000 años en el pasado, hasta un periodo repleto de personajes históricos que forjaron su leyenda entre las arenas del desierto y las aguas del Nilo. Bayek, protagonista de la historia, es un protector de faraones reconvertido en vengativo asesino tras la muerte de su hijo.

La historia es muy larga, casi infinita, repleta de docenas de misiones principales y secundarias. El relato es algo enrevesado y es fácil perderse, pero también es una delicia dejarse llevar por sus personajes e historias, mientras exploramos en camello la inmensidad del desierto, recorremos las pobladas calles de Alejandría, alcanzamos las pirámides siempre presentes en el horizonte o navegamos por las aguas del Nilo. En un mundo tan grande, no son raros los ‘b???????ugs’ y fallos de rácord pero que, afortunadamente, no afectan a la jugabilidad.

En un mapa tan grande, los viajes rápidos (básicamente teletransporte) son esenciales y estos se consiguen al subir a las ya clásicas atalayas repartidas por todo el mapa. A este modo de desplazamiento se suma el viaje en caballo automático que nos permitirá disparar con el arco mientras que nuestro corcel se dirige solo a un punto del mapa previamente indicado.

La dinámica de juego mantiene el asesinato sigiloso y suma un modo de combate con coberturas y ataques ligeros y pesados, que ya vimos en otros títulos y que funcionan a las mil maravillas. Cada descubrimiento, misión cumplida y prácticamente cada asesinato aportan una recompensa en puntos de experiencia y, también, en forma de botín. El árbol de habilidades es amplio, y el nivel del personaje va acorde al de los enemigos, para que en todo momento el juego sea un desafío alcanzable.

Mención a parte merece Senu, nuestra mascota voladora. Un águila que, como si de un dron se tratase, nos sirve para explorar zonas antes de adentrarnos en ellas y así poder planificar incursiones sigilosas o localizar un objetivo lejano antes de aproximarnos a un área. Durante los viajes automáticos, además podemos usar a Senu para observar desde el aire y prever peligros cercanos.

‘Assasins Creed Origins’ es gigantesco y adictivo, en el que es fácil perderse. Una enorme aventura que no aporta nada nuevo más allá de su belleza e inmensidad.

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