Análisis del Galaxy Note 8: Note lo vas a creer

El Note 8 es, sin duda el mejor androide del mercado. Tiene un panel de 6,3 pulgadas de una calidad espectacular en el tamaño en el que la mayoría de fabricantes solo pueden poner 5,5. De potencia anda sobrado gracias tanto al procesador de ocho núcleos como a los 6 GB de RAM. No solo funciona de manera fluida en formato móvil, sino que es capaz de convertirse en un funcional equipo de escritorio al acoplarse a la base Dex.

Su lista de especificaciones parece ilimitada. No solo cuenta con lo último en conectividad –como el bluetooth 5.0 que le permite conectarse a dos altavoces al mismo tiempo–, también tiene carga inalámbrica y es resistente al agua y el polvo. Está preparado para pagos móviles y la seguridad corre a cargo de un triple sistema compuesto por el sensor de huellas, la detección de rostro y el lector de iris.

Una configuración con Android puro hubiera sido más liviana, fluida y seguramente consumido menos batería, pero a través de su capa de personalización Samsung añade interesantes funcionalidades. Aprovecha los bordes curvados de la pantalla para mostrar una serie de útiles accesos directos, habilita un filtro de luz cálida que hace más cómoda la lectura por la noche e incluye un modo de pantalla siempre encendida que permite consultar la hora y las notificaciones sin tocar el teléfono.

La combinación de un teléfono delgado y todo pantalla los pequeños detalles del ‘software’ -como los bordes curvados que se iluminan con las notificaciones-, otorgan la sensación de estar ante un terminal del futuro cuando lo tenemos en la mano.

Un lapicero de 1.000 euros

La gran diferencia del Note 8 está escondida en su interior. El S-Pen en un útil añadido que permite escribir y dibujar sobre la pantalla del teléfono y, realmente, sacar partido a su gran tamaño. Nada más extraer este lápiz óptico el móvil se prepara automáticamente para tomar una nota con la pantalla apagada, con el paso de los días recurrir a esta funcionalidad se convierte en algo natural para  recordar una idea o apuntar un número de teléfono.

Los artistas disfrutarán convirtiendo el Note 8 en un lienzo infinito y usando la sensibilidad a la presión del S-Pen para dibujar como si tuvieran en sus manos un lapicero o un pincel. El común de los mortales podrán aprovechar otras funcionalidades más mundanas pero muy útiles como el traductor o las capturas de pantalla enriquecidas.

Dos cámaras, una batería

En el apartado fotográfico el Note 8 no tiene rival. La doble lente de 12 Mpx saca fotos espectaculares con cualquier luz, permite hacer zoom y sacar fotos con el demandado efecto retrato que difumina el fondo en tiempo real y también a posteriori. A esto se suma un gran abanico de efectos y filtros que el teléfono trae de serie y se suman a una de las aplicaciones de fotografía más completas del mercado.

Los más narcisistas disfrutarán de los efectos de desenfocado, ojos grandes, cara delgada, foco... que incluye por defecto la cámara frontal.

Pero el Note 8 no es perfecto. Samsung no ha querido jugársela con la batería y ha optado por una capacidad conservadora que le permite llegar sin problemas a un día y medio con un uso medio, pero que en días más exigentes pueden hacer que necesitemos pasar por el enchufe al final de la jornada.

Afortunadamente, el usuario cuenta con opciones de ahorro de energía que ajustan aspectos como la resolución de pantalla o la potencia del procesador para ganarle minutos e incluso horas al depósito. Además, la carga rápida e inalámbrica permite cargar por completo el Note 8 en algo más de hora y media.

En definitiva, aunque estamos ante uno de los mejores teléfonos que jamás se han creado, el Note 8 no es un móvil para todos los bolsillos. Su gran tamaño y sobre todo su gran precio (más de 1.000 euros) lo alejarán de los planes de compra de muchos.