Navidades en Agosto

Medio Aragón sueña con playa y montaña pero los hay que, por su trabajo, ya piensan en nieve y espumillón. Las fiestas navideñas se preparan con meses de antelación y es en verano cuando se toman decisiones sobre el próximo sabor del turrón o cómo decorar escaparates.

Preparando diseños. Arturo Borraz –derecha–_y Víctor Plou, adjuntos en gerencia junto a Alexandra Sesé del espacio de moda zaragozano Bee Lion, se anticipan a los diseños con meses de antelación. "Las ideas de la Navidad se deciden en verano, pero en el diseño la anticipación es lo normal".
Preparando diseños. Arturo Borraz –derecha–_y Víctor Plou, adjuntos en gerencia junto a Alexandra Sesé del espacio de moda zaragozano Bee Lion, se anticipan a los diseños con meses de antelación. "Las ideas de la Navidad se deciden en verano, pero en el d
Oliver Duch

Quizá es buena idea que el despacho de los diseñadores zaragozanos Arturo Borraz y Víctor Plou no tenga ventanas. Así, el sol de agosto no les distraerá de los diseños para otoño e invierno. "Tenemos que pensar con muchos meses de antelación cada campaña. Ahora miramos ideas para la primavera de 2018 y tenemos que preparar el escaparate otoñal, con la decoración navideña", sonríe Borraz. "La moda, los diseños y escaparates nunca van acordes con la estación en la que estamos, siempre se vive una primavera o una navidad anticipada". Su espacio de moda Bee Lion, en Zaragoza, del que son cogerentes junto a Alexandra Sesé, luce ahora el escaparate de verano, pero Borraz ya tiene los bocetos para el otoño y la Navidad. "Este año se verán muchos adornos relacionados con estrellas y cosmos, y nos sorprenderán los colores pastel de los detalles. La Navidad es, tradicionalmente roja y verde, pero van a entrar colores inesperados", avanza.

Durante más de 15 años, antes de emprender su propio negocio, Borraz trabajó como escaparatista para unos conocidos grandes almacenes, "donde la Navidad es una campaña muy fuerte, que empieza a prepararse a finales de agosto. Entonces tiene lugar la primera reunión de jefes regionales para ver tendencias, decidir olores, colores, decoración....", enumera. Como si fueran decorados, se montan en unas naves industriales tiendas falsas, para que los diseñadores puedan hacer sus pruebas y comprobar efectos. "Son auténticas tiendas, si entras en una de esas naves pensarás que estás en un centro comercial. Una vez se toma la decisión, los equipos regionales reciben las indicaciones. Y se han de cumplir al máximo, como mucho se puede cambiar algo si el espacio es más pequeño o bien la distribución es diferente, pero si un maniquí tiene un adorno, lo tendrá en toda España. Para un centro comercial esa campaña es una llamada al consumo y toda la parafernalia, por muy bonita que sea, tiene el objetivo de que compres más y más", señala Borraz. "Muy diferente es la decoración que se verá en nuestra tienda en invierno –advierte el también diseñador Víctor Plou–. A nosotros nos encanta la Navidad, ponemos el árbol en casa en noviembre y no lo quitamos hasta febrero. Nos gustan los adornos, la decoración de mesas... Y en Bee Lion crearemos diferentes espacios, muy acogedores. Pequeños rincones dentro de la tienda para que los clientes se sientan a gusto. Y para disfrutar también nosotros, claro".

El Gordo, en verano

Si los diseños se deciden en verano, la suerte se compra todo el año. La administración de loterías El Pilar empieza a vender los números del Gordo de Navidad ya desde febrero, aunque es en Semana Santa y verano cuando más gente se interesa por los números. "Se trata de turistas, gente de paso, que aprovecha excursiones para comprar décimos. “¿Y si cae aquí?”, se preguntan. Y se hacen con algún boleto para ellos o para la familia", explica Mayte Pérez, responsable de la administración. Junto a Eva Lázaro, recuerda algunas de las anécdotas relacionadas con el Gordo, como el día que el ilusionista Anthony Blake compró un boleto en su administración. "Como otros turistas, él estaba de paso por Zaragoza y vino a la ventanilla". Claro, siempre choca que una persona famosa por sus dotes adivinatorias (y que, en teoría, acertó el número una vez) compre un décimo, "así que nosotras nos apuntamos el número y lo compramos. Hasta se lo dijimos a amigos y familiares. La pena es que no nos tocó", se ríe Lázaro.

Otras fechas de apogeo en la ventanilla son las fiestas del Pilar, "viene tanta gente de visita que no damos abasto. En la administración trabajamos cuatro personas y tenemos que estar mañana y tarde atendiendo una fila larguísima. Hay grupos que participan en la Ofrenda y que vienen de toda España que tienen su número ya reservado. Pueden ser hasta 300 personas en un grupo". La administración de Mayte Pérez vendió el Gordo íntegro en 1929, y todavía hay familias zaragozanas abonadas a ese número. "Incluso se hereda la tradición, hay familias que juegan cada semana el mismo número desde hace más de cien años. Por eso, las reservas han de hacerse tan pronto, apenas se ha pasado el sorteo de Navidad ya estamos reservando números. Se agotan rápido los terminados en 13, por ejemplo, o ciertas combinaciones. Este año no hay ninguna cifra especialmente solicitada, aunque hace un par de años nos pidieron específicamente la fecha de encarcelación de Isabel Pantoja. Otro año, los aficionados del Betis llamaron para pedirnos el número que indicaba la hora exacta de un gol marcado en La Romareda".

Secretos y turrones

En la empresa aragonesa Chocolates Lacasa hay incluso un ‘responsable de la Navidad’, cargo que supone estar pendiente todo el año, verano incluido, del proceso de creación de los dulces para las pascuas. El responsable es José Antonio Iniesta, que ya tiene a punto la fábrica para que empiece la producción de turrón, el próximo mes de septiembre. "Y en seguida se envía a las tiendas, porque hay establecimientos que empiezan a vender los dulces a mediados de octubre –destaca Iniesta–. Pero la elaboración de un turrón no empieza en la fábrica, han tenido que pasar muchos procesos previos que pueden llevar meses, cuando no años". Por eso, en julio y agosto, Iniesta se reúne con el responsable de Negocio, el encargado de Investigación y Desarrollo (I+D) y un responsable de la parte industrial, para exponer ideas y proyectos de futuro. "Para crear nuevos sabores y texturas debe desarrollarse el producto, introducir nuevas máquinas... Para poner a la venta el pasado año el turrón de coulant de chocolate, relleno de chocolate fondant, se exigió una gran planificación hasta conseguir inyectar el líquido. Algunas ideas requieren incluso de nueva maquinaria. También innovamos en productos saludables, para reducir el azúcar, buscar alternativas al aceite de palma...".

El responsable de la Navidad en Lacasa siente especial predilección por el guirlache. "Es nuestro producto estrella, porque es 100% aragonés y somos líderes de mercado. Es un proceso artesanal, con almendra, azúcar y anisetes. Y también el turrón de chocolate, que es nuestra especialidad, ya que fuimos los primeros en venderlo, en 1956, y todavía hacemos la misma receta".

El cava, a la espera

El pasado año, la bodega aragonesa Monasterio de Veruela puso a la venta su primer cava. La gerente, Susana Ruberte, tiene una larga carrera en producción vinícola, elaborando cava fuera de Aragón, "y mi sueño era poder fabricarlo aquí. Para poder llamarse cava, ha de elaborarse en una zona en concreto donde está la denominación de origen, así que compramos una bodega en Ainzón y empezamos a producir". La presentación tuvo gran éxito, por lo que se espera con ganas la producción de nuevas botellas esta Navidad. "El proceso de fermentación ha de ser como mínimo de 9 meses para que el vino espumoso pueda llamarse cava. Por eso, el que se venderá la próxima Navidad se embotelló ya el pasado enero. En octubre, se puede poner a la venta".

La bodega de Ruberte es subterránea para que los caldos se conserven en invierno a 9 grados y en verano a 15. "Es la temperatura ideal para la fermentación, que se hace directamente en botella, una vez se añade al vino el azúcar y la levadura. La espuma surge, precisamente, de este proceso de fermentación, que ha de durar nueve meses". Cuando se embotella, se cierra con una chapa y en esos meses la levadura hace su trabajo, desdoblando el azúcar y creando los aromas y sabores característicos. "Pasado ese tiempo, la levadura cae al cuello y para retirarla se congela esa parte de la botella. Con un tapón de succión, se retira la levadura y los restos y se cierra ya con un corcho". 90.000 botellas esperan el momento de llegar a nuestras casas. Parece lejos, pero diciembre está, realmente, a la vuelta de la esquina.

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