7 cosas que nos impulsan a comer

Hay ocasiones en las que sentir hambre tiene poco que ver con la necesidad real de comer. Te mostramos algunas cosas de las que conviene mantenerse alejado si no quieres que esto te pase.

Tener comida encima de la encimera o de la mesa es una tentación.
Tener comida encima de la encimera o de la mesa es una tentación.
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En general, se come porque se tiene hambre. Pero hay algunas situaciones en las que sentirse hambriento tiene poco que ver una necesidad real de ingerir comida y es, por el contrario, una respuesta inconsciente a un estímulo engañoso, que nos lleva a asaltar la nevera y comer de más. Para no caer en tentaciones, aquí tienen 6 cosas de las que es mejor mantenerse lejos.

1. Los programas de cocina. Quien busca inspiración culinaria en las emisiones de programas de cocina corre el riesgo, según el estudio del Food and Brand Lab de la Universidad de Cornell, de pesar hasta cinco kilos más que quienes simplemente los ven como un entretenimiento, sin tratar luego de recrear los platos observados en su propia cocina. Para los investigadores una de las razones puede ser que los platos que se elaboran en estos shows televisivos no suelen ser demasiado saludables.

2. Alimentos de color rojo o naranja. Al parecer, las personas tendemos a escoger, de manera inconsciente, alimentos de colores brillantes porque nos parece que contienen más vitaminas y nutrientes. Lo cual obviamente va bien cuando se refiere a un plato de fruta o de verdura, pero no tanto cuando se opta por comida grasa y llena de calorías, como por ejemplo los nachos, que tienen el mismo color que las naranjas pero son mucho menos saludables.

3. Tener paquetes de comida cerca, sobre la mesa o la encimera. No guardar la comida nada más se llega del supermercado o dejar por ahí los paquetes de galletas, chuches, etc...  suponen una tentación muy grande a la que no deberíamos exponernos. Es suficiente solo el verlas para que se desencadene en nosotros un apetito inmotivado, al que resulta difícil, sino imposible, resistirse. Un estudio ha confirmado que quienes guardan aperitivos, cosas de picoteo o simplemente los cereales del desayuno sobre la encimera de la cocina pesan de media 11 kilos más que quienes los guardan recogidos en la despensa.

4. Ver a otras personas comiendo. Basta que alguno en la mesa pida cualquier cosa de comer para desencadenar un efecto-dominó sobre el resto de los comensales, que de repente tienen hambre de algo en lo que no había ni siquiera pensado.

5.- Usar platos grandes. Servir la comida en platos de grandes dimensiones hace crecer en las personas el deseo de comérselo todo, aunque estemos saciados a mitad. La culpa es de los ojos, que juegan sucio con el cerebro, induciéndolo a pensar que las porciones que hay sobre el plato son más pequeñas de lo que en realidad son.

6. Un estado de ánimo feliz. Contrariamente a lo que se podía pensar, no son las emociones negativas las que nos llevan a comer más, sino las positivas. Además, algunos alimentos, como por ejemplo, el chocolate, impulsan en el cerebro respuestas neuroquímicas gratificantes, haciéndolo más indulgente ante la idea de regalarse con algún capricho que en otro caso no nos permitiríamos.

7.- La decoración con imágenes de comida. Hay grandes artistas creando carteles, chapas, bandejas y todo el utillaje propio de las cocinas con imágenes de dulces manjares y mensajes sobre lo rico que es tal o cual alimento. Lo que no tenemos en cuenta con los compramos, es que solo el verlos nos va a despertar el apetito por aquello que sale en la imagen. Los japoneses los saben muy bien y por eso los menús de los restaurantes del país nipón llevan fotos de los platos.

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