Desayuno: ¿sabes elegir el mejor para ti?

Basta poco para convertir la primera comida del día en algo equilibrado y adaptado a tu estilo de vida y al trabajo que haces. Te damos algunos menús en los que inspirarte.

El mejor desayuno es que el que se adecua a nuestro ritmo de vida.
El mejor desayuno es que el que se adecua a nuestro ritmo de vida.
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¿La falta de tiempo y la poca atención te empujan a tener poco cuidado con aquello que comes al despertar? Con frecuencia, el desayuno se reduce a una magdalena y un café con leche ingerido a toda prisa. Es importante por el contrario esforzarnos por seguir un menú no solo equilibrado y completo, sino también a la medida del estilo de vida y la actividad que desarrollamos.

¿Las ventajas? Al menos tres: te ayuda a recuperar la energía justa después del reposo nocturno y a afrontar la jornada con un plus de energía, pone freno a los ataques de hambre extemporáneos y ayuda a mantener el peso.

Estos son algunos menús según tu ocupación y estilo de vida:

Si estudias: Si en las primeras horas de la mañana debes estar muy concentrada y tener una mente lúcida, necesitas un desayuno nutritivo pero que no haga pesada la digestión. Un vaso de leche te aporta proteínas, grasas y minerales para el buen funcionamiento del cerebro y 3 rebanadas de pan tostado integral, rico en carbohidratos de lenta absorción, te aseguran una prolongada sensación de saciedad al tiempo que suministran energía de manera constante al cerebro. Nada de dulces que son responsables de una elevación repentina de la insulina, la hormona que regula la sensación de hambre.

Si haces un trabajo sedentario: Si trabajas en casa o haces un trabajo de oficina y te mueves poco, mejor apuntarse a un menú ligero como un zumo (siempre natural y recién exprimido) de fruta o una macedonia acompañada de 2-3 tostadas, preferiblemente integrales. Esta combinación te recarga de fibra, una gran aliada de la buena salud del intestino que el sedentarismo puede poner en peligro.

Si trabajas de noche: turnos y comidas irregulares pueden perjudicar a tu metabolismo, el mecanismo que, si no funciona bien puede hacerte consumir más energía y acumular peso. Para estos casos, sobre un primer desayuno de macedonia de fruta fresca, fuente de azúcar, fibra, vitaminas y minerales que serán la recarga justa de energía tras el trabajo sin impedirnos conciliar el sueño enseguida. Al despertar, frutos secos por su valioso aporte de grasas omega 3.

Si eres superdinámica: el desayuno ideal sería a base de yogur o una taza de leche, que te darán las proteínas y el calcio precisos para la vitalidad que vas a desplegar durante la jornada. Además, una rebanada de pan, mejor si es integral, con mermelada. Esta combinación proporciona tanto azúcares simples como complejos que prevenir de cualquier bajón de energía.

Si haces deporte: el primer desayuno debe ser muy energético, empezando por un yogur, que es altamente digestivo y aporta las proteínas, grasas y minerales necesarios, acompañado de 50 grs de muesli. Una mezcla de fruto secos (nueces avellanas, almendras…) y cereales (avena, maíz…) nos proveen de tanta fibra como carbohidratos para poder afrontar el esfuerzo físico y vencer la fatiga del entrenamiento.

Si prefieres lo salado: una rebanada de pan integral con queso freso, rico en calcio y proteínas, o un huevo, también una gran fuente de proteínas.

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