Tercer Milenio

En colaboración con ITA

Periodistas y científicos en busca de la verdad

‘Ciencia contada con pasión’ fue el lema bajo el que se celebró la VIII Jornada de Divulgación. Pasión del científico por comunicarse con la sociedad. Pasión del periodista por ofrecer la mejor noticia. Y pasión del público por disfrutar de la ciencia como cultura y herramienta de libertad.

Las primeras sesiones de la Jornada de Divulgación de la Universidad de Zaragoza llenaron el aula magna hasta la bandera
Las primeras sesiones de la Jornada de Divulgación de la Universidad de Zaragoza llenaron el aula magna hasta la bandera
Carlos Muñoz

La curiosidad no mató al gato. "Pese a que fue pecado mortal, ahora es un valor económico; tanto la ciencia como el periodismo necesitan curiosidad y comparten objetivo: buscar la verdad y hacerla pública", destacó Carlos Elías, catedrático de Periodismo Científico en la Universidad Carlos III. "Científicos y periodistas se aproximan lo más posible a la verdad para dar la mejor versión". Así, buscando espacios compartidos, arrancó la VIII Jornada de Divulgación de la Universidad de Zaragoza el pasado día 22.

Elías animó a los científicos a comunicarse porque "hay que estar en los ‘papers’ (artículos científicos), pero también en las estanterías de El Corte Inglés y en los medios de comunicación". Y trazó los rasgos de la actual cultura convergente: "Hay una convergencia mediática, porque en el cerebro de cada uno de nosotros convergen todos los mensajes en una nueva narrativa; la cultura es participativa; y el conocimiento es compartido y acumulativo, en una inteligencia colectiva".

Al tiempo que la fuente se ha convertido en medio de comunicación de masas (por ejemplo la NASA informa directamente de sus hazañas), "ha hecho su aparición el contraconocimiento: información errónea presentada como si estuviera basada en hechos". Así, "conocimiento y contraconocimiento van a la par".

Ante este panorama, "quién lo dice cobra la máxima relevancia, la fuente tiene que ser buena –advirtió Elías–, cuando la gente no busca más allá, el periodista sigue: hay una necesidad de contrastar todos los datos, algo que también se hace siempre en ciencia: medir, comprobar, buscar el dato". Por eso, "en ciencia alguien tiene la razón; en otros temas hay puntos de vista, en ciencia no; en periodismo médico no hay equidistancia entre las evidencias científicas y lo no demostrado".

Cabreos y denuncias

De las mentiras que nos engañan desde las etiquetas de los alimentos, que nos pueden resultar más caros o, directamente, costarnos la salud, habló José Manuel López Nicolás, investigador de la Universidad de Murcia y autor del blog Scientia y del libro ‘Vamos a comprar mentiras’, que va ya por su séptima edición y es "fruto de mi cabreo como científico y como ciudadano".

Denunció cómo "el márquetin pseudocientífico se aprovecha de que, a la vez que la ciencia despierta interés y tiene buena reputación, la gente no tiene ni repajolera idea de ciencia".

López Nicolás puso ejemplos de cómo, en la alimentación, "se nos engaña con el mensaje del miedo", pese a que "vivimos en la época de la historia en que es más seguro alimentarse". Así, "estamos en el ‘mundo sin’: sin conservantes, sin colorantes, sin aditivos... no tiene sentido pero vende, cuando en química todo depende de la concentración y de la dosis". Por otro lado, "se ha creado la imagen de que la lactosa es mala para todos, cuando solo perjudica si tienes intolerancia diagnosticada; y lo mismo ocurre con el gluten". Pero "hoy los productos sin gluten ya no se fabrican para los celíacos sino para todos, porque se nos quiere hacer creer que el gluten es malo". Cuando "los medios de comunicación no van a la fuente o publican publirreportajes camuflados, contribuyen" a mantener la confusión.

Y termina pasando que "el lineal del súper no quiere tener alimentos modificados genéticamente porque la gente cree que son malos". Esto acaba siendo un freno para la investigación en biotecnología, pues "las empresas no invierten en algo que no se distribuye ni se vende".

Lo que sí que vende es decir que un alimento sirve para algo, ya sea activar las defensas o reducir el colesterol.

La normativa actual deja un resquicio que sale muy barato a la industria alimentaria. "Se evalúa un producto por sus ingredientes, no por su totalidad, y basta con que contenga el 15% de la cantidad diaria recomendada de un ingrediente que haya probado que funciona para etiquetar que ese producto, por ejemplo, activa las defensas".

De esta forma, "aunque ni un solo lactobacilo activa las defensas, basta añadir vitamina B6 (el 15% de la cantidad diaria recomendada) para afirmar que un producto ayuda al sistema inmunitario. En un plátano hay tres veces más vitamina B6. Ahora, compren lo que quieran".

El peligroso efecto colateral que se deriva de esta situación es que la industria está dejando de invertir en biotecnología: "¿Para qué investigar si la competencia hace lo mismo que buscas por 15 céntimos?".

Consciente de que desde la divulgación científica "podemos ganar batallas pero no la guerra", con su libro, trata de "denunciar las tomaduras de pelo y, sobre todo, dar al ciudadano herramientas para que discierna lo bueno de lo malo, con espíritu crítico". Por último, reclamó "un cambio social para generar una sociedad basada en el conocimiento".

La gente culta lee ciencia de calidad

Precisamente como "sostén de cualquier sociedad avanzada", Patricia Fernández de Lis, responsable de ‘Materia’, sección especializada de ‘El País’, afirmó que "la ciencia es noticia". Para matizar a continuación que su labor es "publicar noticias, no traducir ‘papers’".

Fernández de Lis señaló que "los datos nos dan la razón: la gente culta lee ciencia de calidad". Además, "los lectores interaccionan mucho más con la sección de Ciencia que con otras, porque a la gente le gusta compartir historias positivas".

En el contexto de un medio generalista, "lo más relevante de tener una sección de Ciencia es que, como redactora jefa, voy a las reuniones; de esta forma, no solo podemos vender nuestras historias de ciencia, sino que estamos ahí cuando ocurre un gran acontecimiento como la crisis del ébola, aportamos conocimiento y fuentes para tratar de frenar la oleada típica de publicar ya, sea lo que sea; influimos para reposar la información antes de ofrecerla".

Cierta dosis de desentendimiento pesa sobre la relación entre científicos y periodistas. La Universidad Pompeu Fabra ha estudiado qué opinan los científicos españoles de su público cuando divulgan. Carolina Llorente presentó las conclusiones, que revelan que perciben mayor interés social por la ciencia y la tecnología que el que existe realmente (según las encuestas realizadas por Fecyt), aunque su carencia de conocimientos científicos, consideran, afecta a su capacidad de comprender la ciencia y la tecnología más compleja.

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