El 'Loco' une a amigos, parejas y familias bajo el paraguas de su nuevo disco

El cantante Loquillo firma en la Fnac de Zaragoza ejemplares de 'Viento del este' acompañado del batería Laurent Castagnet.

Laurent Castagnet, Julia Saz, Javier Gil, Loquillo, Sonia Santiago, Patricia Marco y Lucía Gil, durante la firma en la Fnac.
Laurent Castagnet, Julia Saz, Javier Gil, Loquillo, Sonia Santiago, Patricia Marco y Lucía Gil, durante la firma en la Fnac.
Toni Galán

Nada más sentarse a firmar ejemplares de su nuevo disco en la Fnac, lo primero que recibió Loquillo fue un achuchón en toda regla de una de sus seguidoras. A partir de ese momento, todo el cariño que trajo a Zaragoza lo repartió entre sus incondicionales, a quienes dedicó besos, fotografías, poses y abrazos.


Bien merecido lo tenían. Dos horas antes de que empezase la firma de su nuevo disco, 'Viento del este', dos jóvenes, Nacho de Miguel y Alejandro Navarro, ya hacían cola en el Coso. No se conocían, pero en ese rato trabaron una buena amistad. “De niño mi padre me ponía sus canciones –comentaba Nacho–, pero fue hace diez años cuando de verdad lo descubrí”.


“Ha madurado”, destacaron los dos, “ha vuelto a los temas guitarreros acompañado de músicos y letristas de mucho nivel”. Alejandro se acordó especialmente del zaragozano Gabriel Sopeña. “Ha compuesto dos temas: 'Salud y rock and roll' y 'Acto de fe', y este último, para mí, es el mejor”.

Que el 'Loco' une también lo demostraron los cinco miembros de varias generaciones de una misma familia que esperaban en la fila. Julia Saz llegó acompañada de su hija Patricia Marco, su yerno Javier Gil, su sobrina Sonia Santiago y su nieta Lucía Gil con tres discos bajo el brazo.


“A todos nos gusta –confesó Patricia–, pero mi madre es la que nos ha contagiado la pasión por Loquillo; hasta a la más pequeña”. Julia comentó que todavía no había escuchado todos los temas. “Es un cantante que ha sabido renovarse, aunque me sigo quedando con su primera etapa”, dijo.

A la hora de acercarse al artista, su sobrina fue la más atrevida: le entregó un pin de unos morritos de los Rolling Stones, le dijo que se cuide para que siga en la brecha mucho tiempo y le confesó que le gustaría cenar un día con él. De esta confidencia fue testigo el batería del grupo, Laurent Castagnet, que le acompañó durante toda la tarde.


Rosa Martín y Arancha Ortiz, madre e hija, también fueron de las primeras en acercarse al cantante. Rosa llegó desde Jaca con estética rockera, el disco y varias fotos para que estampase en ellas su rúbrica. “Le sigo desde que tenía 15 años –comentó–, sus canciones han sido como la banda sonora de mi vida y de mi familia; de hecho, mi hija conoció a su pareja en un concierto suyo”.


En fin, que ayer en Zaragoza quedó claro que el 'Loco' une y aguanta bastante mejor que otros cantantes el paso del tiempo. Tras la firma del disco, a buen seguro que no tarda en regresar a Zaragoza a su hábitat natural: el escenario, donde mejor se desenvuelve.

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