La obesidad y la diabetes incrementan considerablemente en 30 años, según dos estudios

Entre 1975 y 2014 el mundo hizo una transición en la que la obesidad es ahora más común en adultos que la falta de peso.

Imagen de una persona obesa
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Dos artículos publicados en 'The Lancet' revelan incrementos dramáticos en todo el mundo en el índice de masa corporal (IMC) y la diabetes tipo 2. En concreto, muestran que entre 1975 y 2014 el mundo hizo una transición en la que la obesidad es ahora más común en adultos que la falta de peso y durante aproximadamente el mismo periodo de tiempo, de 1980 a 2014, la proporción global de adultos con diabetes es más del doble entre los hombres y aumentó en casi un 60 por ciento entre las mujeres.


En concreto, los autores mencionan el territorio estadounidense de Samoa y Samoa independiente por su alta prevalencia en ambos trastornos. Como investigador que ha estudiado estos fenómenos en samoanos desde 1976, el doctor Stephen McGarvey aportó gran cantidad de datos sobre las tendencias temporales a ambos informes y ayudó a escribir el documento de la diabetes, además de ver en los datos globales algunos de los mismos patrones que ha detectado en las islas de Samoa.


Las tasas ya estaban subiendo en Samoa Americana a mediados de la década de 1970, cuando McGarvey comenzó su investigación y han continuado elevándose. Ahora, como señalan las investigaciones, Samoa Americana es el entorno donde las mujeres tienen el índice de masa corporal medio más alto y ambos sexos presentan la mayor prevalencia de la diabetes en más de un 30 %. Samoa independiente también registra altos niveles de estas dos patologías.


"Las Samoas comenzaron temprano y llegaron a niveles muy altos -resalta este investigador- pero hay algunas otras naciones, o incluso partes de los países, cuya tasa de cambio de los últimos años ha sido muy rápido". A este aumento del IMC y la diabetes en los samoanos han contribuido muchos factores y parte del trabajo de McGarvey se ha centrado en investigar si la genética juega algún tipo de papel.


Sin embargo, en su mayor parte las influencias a los incrementos de estos trastornos han sido las mismas que han jugado un papel fundamental en muchas otras partes del mundo en desarrollo, según destaca McGarvey, que imparte una clase en la Universidad Brown, en Providence, Estados Unidos, llamada "Global Health Nutrition".


La "transición nutricional", principal culpable


Uno de ellos es la llamada "transición nutricional", un término acuñado por Barry Popkin, de la Universidad de Carolina del Norte, Estados Unidos. Las cadenas globales de suministro de alimentos han dado en muchos lugares el acceso a alimentos procesados y preparados con altas cantidades de calorías y grasas, subraya McGarvey.


En Samoa, por ejemplo, este experto vio una proliferación de pequeñas empresas familiares en las que las personas cocinan pollo frito para su venta. Esta tendencia de alimentación ha llevado a un aumento en la disponibilidad de aceite de cocina importado barato y piezas de pollo congeladas.


A medida que las economías se han modernizado, coches y autobuses han sustituido a la actividad de andar y el trabajo ha pasado a menudo de trabajo de subsistencia exigente físicamente a trabajos industriales y de servicios relativamente sedentarios, alerta McGarvey. Es también probable que los estilos de vida familiar se estructuren menos en torno a la laboriosa cocina casera de comida tradicional.


En resumen, como en los samoanos, cada vez hay más lugares como los países occidentales donde la comida ha pasado de ser cocinada por uno mismo y de elaboración propia a más de calorías y práctica. Al mismo tiempo, la globalización de la alimentación ha dejado claro que todavía algunas personas se han quedado atrás, con muchos que no tienen suficiente comida.


A pesar de que comer en exceso se ha convertido en el principal problema de salud, dice McGarvey, la falta de seguridad alimentaria aún requiere atención, sobre todo en África central y el sur de Asia.


El estudio sobre el IMC de 'The Lancet' señala que en 2014, el 8,8 % de los hombres y el 9,7 % de las mujeres presentaba todavía bajo peso, mientras que el 10,8 % de los hombres y el 14,9 % de las mujeres son obesos.


Las tendencias globales sobre el IMC y la diabetes, especialmente en el mundo en desarrollo, van en contra de los objetivos establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para frenar los aumentos en 2025 a los niveles de 2010.


Pero McGarvey, que ha ayudado a estudiar intervenciones piloto en Samoa Americana, señala que él y sus colegas conservan un determinado optimismo. Pero reconoce que es difícil cambiar el estilo de vida y de comportamiento que se ha ido forjando durante décadas. "La mayoría de la gente cree que esto va a ser muy difícil -afirma-. Podemos tardar en conseguir salir, ya que nos costó tiempo entrar".

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