Tercer Milenio

En colaboración con ITA

La primera especie artificial

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Las 'piezas' de la biología sintética son componentes biológicos ensamblables como piezas de un juego de construcción
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THE LEGO GROUP

Tras una década de trabajos, Craig Venter -el rey de la genética- ha vuelto a dar la campanada. De su instituto de investigación, acaba de salir Mycoplasma mycoides JCVI-syn1.0. Tiene un nombre entre linneano y robótico y se le ha llegado a llamar el primer ser vivo sintético.


Dejando de lado las innumerables implicaciones que este trabajo tiene (desde la ética a la economía), merece la pena describir brevemente el que, sin duda, es un gran hito tecnológico. Ha sido como deconstruir un edificio y volver a montarlo partiendo de cero. Hay que aclarar que no se trata del primer ser vivo totalmente sintético: es su genoma lo que ha sido creado en el laboratorio. El equipo de Venter lleva años trabajando con diferentes tipos de mycoplasma, las especies con el genoma más pequeño. Descubrieron para qué sirve cada uno de sus genes y los transformaron en información digital; el siguiente paso fue, utilizando esta información, sintetizar los genes: construirlos pegando, una por una, las correspondientes bases nitrogenadas.


Hasta aquí, los investigadores se habían limitado a utilizar técnicas existentes desde hace años, y que habían sido perfeccionadas durante la carrera por secuenciar el genoma humano. Sin embargo, el siguiente paso no había sido conseguido por nadie: ensamblar, a partir de los genes, un genoma completo. De nuevo, Venter ha puesto a punto una serie de técnicas que lo han situado en la vanguardia. Para poder ensamblar el cromosoma completo, utilizaron una combinación de síntesis química y recombinación biológica en levaduras. Lo que hicieron fue crear secuencias de unas 6.000 bases y, después, utilizar las capacidades biológicas de las levaduras para juntar estos trozos entre sí y conseguir un cromosoma bacteriano completo.


Por último, este genoma fue introducido en una célula de mycoplasma vaciada de su propio material genético; el cromosoma tomó el control de la situación y, en unas horas, convirtió la célula huésped en una nueva especie, la primera sobre la Tierra cuya información básica ha salido de un ordenador.