Casi todas las personas han experimentado a lo largo de su vida una situación desagradable de cuyo recuerdo desearían poder desprenderse. Una ruptura sentimental, la pérdida de un ser querido, una experiencia traumática o una discusión son algunas de las cuestiones que atormentan la cotidianidad de quienes las recuerdan. Si la ciencia ha descubierto cómo ejercitar la memoria, ¿es posible usarla también para olvidar?

A pesar de lo que pueda parecer, la evitación no es un buen método para hacer desaparecer el pensamiento del pasado que causa dolor. Para poder deshacerse de él, es necesario asimilar las emociones asociadas al mal recuerdo para que se disuelvan.

Engañar al cerebro

En 2009, una investigación publicada por la revista especializada 'Nature' y realizada por científicos de la Universidad de Nueva York, en Estados Unidos, demostró que, durante la 'fase de reconsolidación de la memoria' -aquella en la que un recuerdo ya consolidado es evocado volviéndose inestable por un periodo corto de tiempo-, se puede engañar al cerebro y cambiar una mala experiencia por otra más tranquilizadora.

Cinco años más tarde, en 2014, un equipo internacional de investigadores, liderados por el holandés Maijn Kroes, constató en humanos que los recuerdos se pueden borrar de manera selectiva mediante la terapia electroconvulsiva (TEC), aplicada poco después de que estos pensamientos sean evocados.

Otros métodos

Otras de las técnicas efectivas, y más sencillas, es utilizar la literatura psicológica. Esta consiste en plasmar sobre un papel el hecho negativo que tanta ansiedad y tristeza genera para conseguir un resultado terapéutico mediante el proceso de introspección. Por otro lado, pensar en el recuerdo hasta que pierda importancia es uno de los métodos más favorables para hacer que desaparezca. Por último, fijar la vista en lo aprendido de la experiencia y las herramientas con las que ahora se cuenta es una buena manera de darle la vuelta.

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