En España, por lo general, se come más carne de la cuenta. Según la Encuesta Nacional de Ingesta Dietética Española (Enide), elaborada por el Ministerio de Sanidad, el consumo medio alcanza los 163,8 gramos diarios.

Es decir, más de un kilo a la semana. De estos, 800 gramos son de carnes rojas o procesadas, que este lunes incluyó la Agencia Internacional de Investigación sobre Cáncer (IARC) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su lista de agente cancerígenos. Y aunque sus efectos son mucho menos nocivos que los de otros elementos de mismo grupo -tabaco, amianto o plutonio-, el consenso entre los expertos es que debe reducirse su papel preponderante en las dietas. Y más que por los tumores, porque elevan el riesgo de sufrir toda clase de enfermedades cardiovasculares.

"Los alimentos por sí mismos no son cancerígenos. Si no, los prohibirían y los trataríamos como veneno", asegura Alma Palau, presidenta del Consejo General de Dietistas-Nutricionistas de España. "Y las carnes rojas y preparadas pueden estar en la dieta, pero tiene que ser de forma esporádica, no diaria". Las recomendaciones de las agencias oficiales gravitan entre los 70 gramos diarios, los 500 gramos semanales o no más de dos comidas a la semana. "Algo así", señala Palau. "Pero la recomendación fundamental es que la gente tiene que consumir muchos más alimentos de origen vegetal".

Aunque tradicionalmente la pirámide alimentaria sugerida tenía en su base los hidratos de carbono -arroz, pasta o patatas, por ejemplo-, cada vez son más las evidencias de que las frutas y las verduras deben ocupar ese lugar. "Tienen que ser la base de una alimentación saludable y variada", asegura la doctora Carmen Candela, endocrina y nutricionista. "Además, porque su consumo está relacionado con la obesidad, que es otro de los elementos muy ligado con el cáncer".

Personas sobrealimentadas

"Tenemos una obsesión por tomar proteinas que está fuera de lo normal", recalca Candela. "Deberiamos tomarlas dos veces a la semana y ya está". También recalca que que vivimos en una sociedad "de individuos sobrealimentados". "Nos da miedo solo imaginarnos que podemos pasar hambre", aclara, "y hemos montado una cultura exagerada alrededor de no tener hambre. La gente que está muy flaca luego suele vivir más".

Según Palau, además, los grandes consumidores de proteínas suelen ser los mismos que además fuman, toman pocas verduras, beben alcohol con regularidad y hacen poco ejercicio. "Es un perfil en sí mismo", asegura. "Hay gente que basa su vida en esto". Es decir, que muchos de sus hábitos de vida fomentan la aparición de tumores o de enfermedades cardiovasculares de todo tipo. Aun así, recalca, las pruebas de que el consumo abusivo de carne procesada o roja eleva el riesgo de padecer cáncer tiene sustento científico, y no está distorsionado por el resto de prácticas de estas personas. "Y los que comen más vegetales es porque han cambiado el chip, porque han tomado una decisión de cambiar su modo de vida", apunta. "Aun así, es muy buena noticia que esto lo haya dicho la OMS, porque nos hará reflexionar a todos sobre cómo comemos y cuánto debemos comer de lo que comemos".

Otras prácticas

Pero las carnes rojas y procesadas no son el único grupo de alimentos polémicos. También se alerta a menudo frente a los de alto contenido en grasas, principales responsables de la mayoría de enfermedades cardiovasculares. A estas, además, se suman otros hábitos potencialmente cancerígenos -sobre todo cuando se practican en exceso- entre los que se incluyen el consumo de alcohol, de café e incluso de otras infusiones como el mate. "Lo fundamental es tener una alimentación equilibrada", sentencia Candela. Y seguir los consejos que se dan a menudo. "Comer menos carne, más pescado, que a nivel nutricional es mejor, y muchísimas más frutas y verduras".

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