Concepción Ferrer: "Estamos en un punto donde ya no se pueden quitar más recursos sanitarios"

La Presidenta del Colegio de Médicos de Zaragoza es partidaria de priorizar para ajustar el sistema sanitario al actual momento de crisis.

Concepción Ferrer, Presidenta del Colegio de Médicos de Zaragoza
Concepción Ferrer: "Estamos en un punto donde ya no se pueden quitar más recursos sanitarios"
G. Mestre

-Hace un año que accedió a su cargo. Desde él, ¿cómo ve la sanidad aragonesa? ¿Cree usted que, en este momento, presenta graves carencias?

Carencias no, pero sí retos importantes que están sin cumplir y problemas que hay que resolver. La sanidad en Aragón no presenta carencias porque hay mucha voluntad y esfuerzo por parte de los profesionales. Pero todo tiene un límite. Tenemos que hacer un esfuerzo todos (profesionales y autoridades sanitarias) para poner la sanidad en un contexto en el que sea satisfactoria y, al mismo tiempo, la podamos mantener económicamente.


-¿Cómo cree que le han afectado los ajustes y recortes?

Tremendamente, por supuesto. Se ha producido un deterioro que no ha lesionado directamente la asistencia, pero que tendremos que plantearnos porque así se puede seguir un tiempo, no indefinidamente. Tendremos que reinventarnos para seguir adelante. Me estoy refiriendo a que el material sanitario se va deteriorando, se va quedando obsoleto, y no solo porque aparezcan nuevas tecnologías a las que no podemos acceder, ya que este campo también se ha visto frenado.


-¿Se está llegando al límite, tal y como denuncian los sindicatos sanitarios?

Los dos o tres últimos años de crisis han sido muy duros y en el ámbito sanitario hemos llegado a un punto en el cual ya no podemos quitar más recursos, hay que remontar. Y priorizar. No queda otro remedio: ver cómo se reparten los recursos manteniendo, al mismo tiempo, un nivel de servicio y unas prestaciones de calidad.


-¿Sería partidaria de buscar nuevas fórmulas, como el copago sanitario, para aumentar ingresos?

Eso es muy complejo. Yo creo que antes de establecer un copago, u otras fórmulas similares, hay que intentar hacer un uso más racional de los recursos sanitarios. Hay que concienciar a los ciudadanos, hacerles entender que aunque ellos no paguen el servicio directamente, este tiene un coste y se financia con impuestos. Eso es fundamental. Luego, si aun así no llega, ya estableceremos otras fórmulas.


-¿Habla de un cierto despilfarro?

Lo que quiero decir es que en la sanidad existe, muchas veces, un uso desmesurado de los recursos. Nos encontramos con un abuso del sistema y eso no es bueno. No somos conscientes porque como pagamos impuestos creemos que tenemos derecho a esas prestaciones y no nos damos cuenta de que abusamos. Un ejemplo muy claro son las urgencias: si tengo fiebre y un trancancillo, no debería usar este servicio un domingo por la tarde porque el lunes no me viene bien ir al médico o porque me da cita para dos días después. Con ello, saturo urgencias y dificulto que pueda ser atendido con rapidez un enfermo realmente grave que llega con un ictus o un infarto. Y no es cuestión de poner más recursos para que el servicio llegue a todo el mundo cuando va a urgencias, sino que hay que concienciar a los ciudadanos para que lo utilicen para lo que realmente está. Es decir, formar a la población para que haga un uso racional de los recursos sanitarios.


-Las listas de espera quirúrgicas son una de las preocupaciones de los aragoneses, ¿se pueden reducir?

Se pueden ajustar, pero listas de espera van a existir siempre. También hay que entender que cuando un paciente tiene que operarse quiere ser intervenido cuanto antes. Pero las listas de espera van a existir siempre porque muchas surgen de procesos de envejecimiento del individuo: cataratas, fracturas de cadera, degeneración macular... Son necesidades que surgen del envejecimiento de la población. ¿Se pueden controlar? Pues hasta cierto punto. No es fácil, y tampoco se puede aumentar las plantillas para tenerlas de brazos cruzados mientras aumenta la lista de espera para emplear a los trabajadores en un determinado momento. Es lógico que se esté en lista de espera un tiempo prudencial, y habrá plazos que ya no sean adecuados, ni lógicos, ni nada.


-Las que tenemos ahora, ¿cómo son?

Depende de las patologías. Se ha hecho un gran esfuerzo y se ha avanzado eliminando listas de espera de manera importante. Lo que ocurre es que en una situación de ajustes económicos como la actual, si se quitan recursos de aquí para trasladarlos allá se transfiere también el problema. La lista de espera quirúrgica disminuye, pero aumenta la de especialidades o consultas. Lo que a mí me transmiten los profesionales de la sanidad no es solo la preocupación por las listas de espera, sino por la gran presión asistencial que están sufriendo.


-Se ha referido en alguna ocasión a la llegada de las multinacionales sanitarias a España, ¿le preocupa esta situación?

Sí. La crisis está obligándonos a cambiar el modelo sanitario, tanto el público como el privado. Y cuando hablo del privado me refiero a las aseguradoras. Estas compañías, que han funcionado hasta ahora con cuadros médicos amplios donde había profesionales con prestigio que provenían, en su mayor parte, de la sanidad pública, hoy en día están cambiando su dinámica y están creando sus propios centros con profesionales asalariados. Esto puede ser peligroso si conlleva un excesivo control del gasto, que derive en una fiscalización de las actuaciones médicas, que fundamentalmente perjudicaría al paciente. También al profesional que se vería muy encorsetado en cuanto a su actuación (viendo limitada su posibilidad de hacer pruebas y controles médicos).


-Pero al abaratar costes se rebajarían las cuotas para los usuarios...

Efectivamente, podemos rebajar el coste de los servicios hasta un cierto nivel, ponernos todos un agujero más en el cinturón, pero sin mermar la calidad y el servicio que damos. En este terreno hay que ser coherentes y estar vigilantes. Yo he visto aseguradoras que prometen servicios por 12 euros al mes... Pues mire usted, por 12 euros no le pueden dar nada y menos en un contexto sanitario. El peligro que yo veo es que en el momento en que se baje de determinados estándares, se tendrá que rebajar la calidad del servicio, no hay otra. Si el precio es muy bajo, o pagas mal a los profesionales o reduces la calidad porque no van a perder dinero.


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