Redactor jefe de Aragón en HERALDO DE ARAGÓN

Elecciones catalanas

El primer secretario del PSC y candidato a la presidencia de la Generalitat, Salvador Illa, interviene en un mítin de su partido este domingo en Gerona
Salvador Illa, interviene en un mítin de su partido en Gerona
David Borrat

Con más de 200 kilómetros de frontera común, Aragón y Cataluña tienen algo más que una historia compartida desde los tiempos de Doña Petronila. Al margen de rivalidades y suspicacias, la cercanía geográfica ha cimentado una amplia red de relaciones económicas, culturales y sociales que hacen que las elecciones de este domingo para renovar el Parlament sean seguidas en Aragón con especial interés.

Miles de aragoneses acuden a diario a Cataluña a trabajar y viceversa, con servicios compartidos, como los sanitarios. Las empresas aragonesas venden a Cataluña productos por más de 5.000 millones de euros, mientras que Aragón adquiere otros por 10.000 a las catalanas. Y a la conexión logística y agroalimentaria, se suma el papel de Aragón como gran suministrador de energías limpias a la comunidad vecina. Además está el Ebro y la política hidráulica.

Estos conectores obligarían a mantener una cooperación institucional permanente y al máximo nivel, pero no es así. Sin una cumbre entre los dos gobiernos desde que en 2016 el presidente Lambán visitara a Carles Puigdemont en Barcelona, el ‘procés’ dinamitó unas relaciones políticas que desde antiguo han estado muy condicionadas por el desdén con el que el nacionalismo catalán ha tratado a Aragón.

Solo hay que recordar el empecinamiento a la hora de impedir el retorno del arte sacro del Aragón oriental (todavía pendiente de resolución definitiva) o la manipulación de la historia común para construir una identidad nacional al gusto de los partidos independentistas. El fracaso de la candidatura conjunta a los Juegos Olímpicos de invierno en 2030 fue el último episodio de la obcecación de los gobiernos catalanes en no tratar a Aragón como a un igual.

¿Mejorarán las relaciones políticas el próximo domingo? Si el socialista Salvador Illa fuera ‘president’, algo que está por ver, podría favorecerlas. Sin embargo, ni el ‘procés’ ha muerto ni nada parece apuntar que Cataluña y España vayan a librarse de la subasta en que las formaciones independentistas han convertido la vida política. La financiación, los traspasos competenciales y las infraestructuras seguro que están en una mesa a la que solo se sentarán dos. Y eso solo puede perjudicar a Aragón.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Manuel López en HERALDO)

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