El PP y el agua: El resbaladizo terreno del trasvase
Como publicó HERALDO en su momento, el grupo parlamentario del Partido Popular en el Congreso presentó el pasado 8 de marzo, para su debate en la Comisión de Transición Ecológica y Reto Demográfico de la Cámara, una proposición ‘no de ley’ que, si se aprueba, instará al Gobierno a negociar y adoptar «un Pacto Nacional del Agua» que «contenga medidas orientadas a mitigar los efectos del cambio climático».
El texto no menciona los trasvases, lo que tal vez sea -o no- una deferencia hacia la rama aragonesa del PP y hacia Jorge Azcón, que han dejado muy clara su posición antitrasvasista. El problema es que aunque no se la miente, la bicha está ahí, porque entre los tipos de medidas que debería contemplar el pacto, la proposición incluye «aquellas que por afectar a más de una cuenca deben ser abordadas en el Plan Hidrológico Nacional, de acuerdo con la legislación vigente». Si afectan a más de una cuenca hay que entender que se tratará de transferencias de agua de una cuenca a otra, es decir, de trasvases. Y con los líderes del PP en las tres comunidades del Mediterráneo -Cataluña, la Valenciana y Murcia- pidiendo sin eufemismos agua del Ebro, es difícil no ver que la proposición ‘no de ley’ aboga, como poco, por abrir una puerta a esas apetencias trasvasistas. Y además llueve sobre mojado. Porque el momento en el que más cerca hemos estado de que se ejecutase un gran proyecto de trasvase del Ebro -trasvases menores y alguno más que mediano están funcionando unos cuantos- fue, a principios de este siglo, con el Gobierno del PP presidido por José María Aznar y su Plan Hidrológico Nacional, que asignaba a Levante unos mil hectómetros cúbicos de agua del Ebro. Los diputados aragoneses del PP consideran que pueden votar a favor de la citada proposición ‘no de ley’ sin caer en ninguna incoherencia, pues entienden que no hace alusión a los trasvases. Pero me temo que pisan un terreno muy resbaladizo.
