Comprar el conflicto
Para no fallar, conviene no dar casi nada por obvio o evidente. Pello Otxandiano, candidato de EH Bildu a lendakari, ejemplificó a la perfección esta máxima cuando confirmó una obviedad sobre ETA pero evitó otra.
Dijo que era "un grupo armado", lo cual casa con los 853 asesinatos que perpetraron a lo largo de su historia, pero regateó y evitó confirmar que fuera terrorista. Un requiebro dialéctico que no es ajeno a Bildu (y eso no significa que Bildu sea ETA), pero que por desgracia ha calado en otras esferas de la política que llevan años siendo cómplices no con el terrorismo, pero sí con el discurso que el terror pretende para colocarse como una insignificante piecita en el puzle de nuestra historia.
Es un sector de la izquierda despistado, como de ‘kalimotxo’ de juventud pero ya con canas, que responde al terrorismo desde la España que odia porque ésta, de forma imperdonable, también sucumbió en cierto momento al terrorismo de Estado. Aunque me temo que, de no haber sido por aquella vergüenza asesina del GAL, el requiebro dialéctico se hubiera sostenido por estos mismos lares. Esa izquierda que hace apenas tres meses hablaba sin sonrojarse de "resolver las consecuencias del conflicto", como si se hubiera de resolver que el vecino no baje a deshora la basura. Es esa la victoria no de ETA (ETA ya no existe) pero sí de aquellos que crecieron en la antidemocrática dialéctica política de un conflicto entre partes de igual legitimidad, y que ahora se muerden la lengua (solo un poquito) cuando tienen que explicar sus raíces ideológicas.
Que políticos españoles y españolistas compren y manifiesten sin rubor el discurso del ‘conflicto’, de la resolución de una lucha entre ‘bandos’ igualmente legitimados, es el verdadero triunfo de la memoria del terror que se levantó contra un país que votó una Constitución. Un texto que se redactó y votó en unas circunstancias políticas y sociales que merecen su contexto, su revisión, pero que es un consenso contra los pistoleros y su terror, ese que empapó una tierra que creían y creen solo suya.
Juanma Fernández es periodista
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