La crisis del sistema sanitario: Baroja y el hospital

Petra, la madre de Manuel, el niño protagonista de ‘La busca’ de Baroja, trabaja como criada en la mísera pensión de doña Casiana.

 Cuando Petra enferma, el médico aconseja llevarla al hospital, pero doña Casiana reacciona indignada: Petra lleva muchos años trabajando para ella, es una buena mujer y le tiene amistad, nada de relegarla al hospital, se hará lo necesario para cuidarla en casa. ‘La busca’ se publicó en 1904 y este episodio de la novela nos permite calibrar cuánto ha cambiado en este tiempo nuestra concepción de la medicina. El hospital era entonces la beneficencia, la caridad, el lugar al que iban a parar los pobres muy pobres, más para morir que para curarse. Hoy en cambio el hospital es el centro de un ‘sistema’ sanitario altamente tecnificado y especializado, que ha alcanzado un más que notable éxito -la esperanza de vida ha pasado de 33 a 85 años-, pero que se encuentra en crisis, en parte a causa de sus propios logros. El segundo pilar de ese sistema es una amplísima panoplia de medicamentos modernos que se recetan a veces con generosidad excesiva, como recordaba el 11 de abril Chaime Marcuello en su artículo ‘Sociedad intoxicada’. Los avances científicos, la centralidad del hospital y la receta han llevado a descuidar aspectos fundamentales de la medicina, como la relación personal con el paciente, que es el terreno del médico de cabecera de toda la vida, lo que hoy llamamos la atención primaria. Un capítulo que podría mejorar siguiendo la sugerencia, que hacía ayer Concha Roldán, de dotar los centros de salud con profesionales de la fisioterapia. En su último artículo, ‘¿Intoxicados y analfabetos?’, Marcuello se refería a otra faceta de la crisis sanitaria, la falta de formación de los ciudadanos en cuestiones de salud: «La alfabetización en salud personal es un reto fundamental en nuestra sociedad», decía.