Racismo en los estadios

Vinícius alertando de que le habían llamado "mono" desde la grada
Vinícius alertando de que le habían llamado "mono" desde la grada
PABLO MORANO

Los energúmenos que se cuelan en las gradas de los estadios y aprovechan el anonimato de las multitudes para insultar, provocar y agraviar a jugadores de raza negra evidencian que existen ciertas fobias arraigadas en nuestra sociedad, o que el fútbol es un ambiente donde cualquiera de estos fulanos puede dar rienda suelta a sus impertinencias.

Uno de estos hechos, por desgracia frecuentes, se produjo hace unos días en un partido entre los equipos del Rayo Majadahonda y el Sestao, cuando algún chicarrón del norte insultó al portero, negro para que no haya equívoco, del Majadahonda, un senegalés llamado Cheikh Sarr.

Este hombre, harto seguramente de recibir improperios, no pudo contenerse, saltó al graderío y agarró, puede que por el pescuezo, al valeroso espectador. Hubo que separarle entre compañeros y público y el jugador se dirigió a increpar al árbitro, que redactó un acta tendenciosa del suceso, al señalar por tres veces la "actitud violenta" del futbolista en frase tendente a invitar al juzgador a agravar la sanción que correspondiera imponer.

Los insultos racistas que con demasiada frecuencia se profieren, individualmente o en coro, en los estadios constituyen una auténtica lacra del fútbol español

El asunto se saldó con dos partidos de suspensión al jugador y una multa al Majadahonda por abandonar el encuentro antes de su final, así como con una condena al Sestao a celebrar dos partidos a puerta cerrada y una multa de 6.000 euros. Y la sabia indicación del juez de la Federación de que el jugador no debería haberse tomado la justicia por su mano, sino haber seguido los cauces reglamentarios adecuados poniendo el caso en manos del árbitro, que por cierto, pudiendo también haber llegado a suspender el partido –también según los reglamentos– no hizo nada por salir en defensa del ofendido. También olvidaron todos las condiciones, cultura y costumbres de un senegalés que se ve involucrado en situaciones para él novedosas, y que de alguna manera debieran considerarse atenuantes de su comportamiento.

Los insultos racistas, individuales o en coro, son una verdadera lacra del fútbol español, que debería abochornarnos a todos y exigir mucha más dureza para su erradicación; expulsiones, cierres de estadios, multas de las que duelen, cambios, seguramente, en normas y reglamentos…

La renovación en la Federación debería servir también para atajar esta vergüenza con medidas más duras

Y, desde luego, un cambio radical en la dirección y en las estructuras de la Real Federación Española de Fútbol, que no está pasando ahora por sus mejores momentos y que requiere una renovación total tras conocerse las indecentes tramas de corrupción que anidan en un organismo que ha convertido un sano y competitivo deporte en un gigantesco negocio donde lo único y lo que más importa es el dinero.

Se avecina un proceso de relevo en la Federación; habrá que estar atentos a las maniobras de unos y otros para la continuidad o renovación de la entidad; pero está muy claro que la trayectoria recorrida por la Federación Española de Fútbol en los últimos tiempos hace absolutamente necesario acabar con el modelo actual y poner en pie algo más limpio, transparente y decoroso. Por el bien del fútbol español.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por José Luis de Arce en HERALDO)

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