Una de las muchas herramientas de inteligencia artificial (IA), quizá la más popular, es Chat GPT. Estas siglas corresponden a ‘chat generative pre-trained transformer’. 

A saber, ‘chat generativo’, porque genera conversaciones o diálogos de manera autónoma, ‘entendiendo’ el lenguaje natural humano y produciendo respuestas coherentes y contextualmente relevantes en la interacción. Está ‘pre-entrenado’ para comprender el lenguaje y generar texto, usando enormes cantidades de datos y otros textos para aprender patrones lingüísticos y contextuales. Es ‘transformer’ porque transforma o cambia una secuencia de entrada en una de salida mediante una arquitectura de red neuronal procesando secuencias de datos, como texto o audio, de manera eficiente. Se basa en mecanismos de atención para capturar relaciones entre elementos de la secuencia, lo que lo hace especialmente efectivo en tareas de procesamiento de lenguaje natural y traducción automática.

Chat GPT es un producto de Open AI, que, como dice en su web, es "una empresa de investigación y despliegue de IA", recalcando que su "misión es garantizar que la IA general beneficie a toda la humanidad". Sin entrar en detalles ni controversias sobre el negocio, marcaron un hito en la comprensión y generación de texto por parte de las máquinas con el lanzamiento de GPT-3 en junio de 2020. Luego, en marzo de 2023, lanzaron el GPT-4. Ahora son muchas las cosas que se pueden hacer.

Este año, en el Grupo Interdisciplinar de Innovación Docente (Gidid) de la Universidad de Zaragoza hemos explorado las posibilidades en dos seminarios impartidos por el Dr. Gabriel Tirado. Nos queda el último en mayo. Nos hemos concentrado en el uso práctico de la herramienta y hemos probado un interesante abanico de posibilidades en distintos campos y planos. Uno, para uso personal como recurso que agiliza algunos procesos de redacción, organización de textos, análisis de datos o lenguajes de programación. Otro, en la docencia, para mostrar a los estudiantes cómo sacar partido a la herramienta y cómo mejorar la resolución de tareas, reforzando su estudio y aprendizaje.

Algunos de nuestros alumnos utilizan habitualmente este tipo de recurso informático; los más aventajados, sacando partido a su esfuerzo, respondiendo a las dinámicas docentes. También tenemos unos cuantos casos de picaresca y de uso espurio de la tecnología. De hecho, los sistemas de evaluación que se apoyan en la elaboración de ensayos, comentarios de textos o trabajos a realizar en casa hay que replantearlos. No para condenar a quienes utilicen herramientas de IA, sino para aprender a sacarles partido y pensar, desde estas nuevas condiciones de contorno, cómo adaptarnos a este cambio tecnológico.

Tendremos que seguir aprendiendo y estudiando. Se puede seguir pidiendo los trabajos de siempre, pero habrá que incorporar mucha más conversación y oralidad. Al hablar, quien sólo ‘copia’ queda desnudo. Al pedir explicaciones y conversar se detecta a la primera en qué lugar está cada quien. Sin la pantalla de la computadora o del móvil al lado, es más fácil descubrir si se sabe o no, si ha intervenido una máquina o no. Lo cual no es un problema en sí, la clave es usar la tecnología como instrumento para el aprendizaje y dedicar el tiempo a lo importante. Habrá que explicar los fundamentos de la inteligencia artificial pero, sobre todo, toca aprender a sacarle partido a las herramientas. Estamos en una nueva etapa y nos toca pensar a dónde queremos ir y cómo. No existe el paraíso tecnológico.

Chaime Marcuello Servós es profesor de la Universidad de Zaragoza

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