Por
  • Enrique Bernad Royo

Ucrania y la paz en Europa

Explosión de un misil ruso sobre Kiev
Explosión de un misil ruso sobre Kiev
Gleb Garanich

La guerra de Ucrania seguramente va a condicionar el futuro a corto y medio plazo de Europa, y quién sabe si también a largo. La clave para conocer ese porvenir va a estar en el modo en que el conflicto acabe: bien como fruto de la exitosa resistencia ucraniana, o como resultado, en mayor o menor grado, de la voluntad agresiva de Rusia. 

Y para que una u otra cosa ocurra, seguramente va a ser clave la actitud de los europeos ante la guerra. Estamos ante una disyuntiva importante: un final de la contienda en el que se imponga el derecho internacional o, por el contrario, la fuerza imperialista sustentada, no solo en la capacidad militar, sino también, y de forma muy notable, en el sentimiento y los ‘argumentos’ nacionalistas.

Ucrania está en el corazón del Intermarium, esa Europa del Este que transcurre por los ríos Dviná occidental y Dniéper y que une el mar Báltico con el mar Negro. La historia de esa parte del continente es extraordinariamente compleja al menos desde que los suecos irrumpieron en ella durante la Edad Media. Polacos, lituanos, ucranianos, rusos, alemanes, judíos, rumanos, mongoles, turcos y hasta armenios e italianos han vivido y convivido en esa parte del continente durante siglos. Ciudades como Czernowitz, hoy ucraniana, al norte de la frontera con Rumanía, han albergado en su seno y en inmejorable convivencia variadísimas lenguas, desde el yidis al turco o el alemán.

Putin nos recuerda a Hitler cuando reclama e invade Crimea o el Dombás, en una clara transgresión del derecho internacional, justificándolo por la presencia en esos territorios del idioma ruso y por sus aspiraciones a recuperar el poder imperial de la Rusia zarista y soviética

Pero el Intermarium también ha sido lugar de enfrentamiento entre unos y otros. Las aspiraciones imperiales de alemanes, rusos o turcos hicieron explotar en esa zona la guerra, muchas veces justificada por aspiraciones nacionalistas. Para calibrar el peligro que supone la agresión rusa a un estado independiente y reconocido así por la comunidad internacional, invitaría a los lectores a que recordaran cómo se inició en 1939 la guerra en nuestro continente que más víctimas y destrucción ha producido. La acción imperialista nazi se justificó inicialmente con reivindicaciones de carácter nacional. Alemania se anexionó Austria en marzo de 1938 justificándolo en el hecho de que en ese país vivían diez millones de personas que hablaban alemán, igual tipo de argumento se utilizó para anexionarse los Sudetes de Checoslovaquia, o invadir Polonia. En ese desgraciado tiempo no hubo respuesta a la agresividad nazi. En las democracias europeas, en Gran Bretaña y Francia, se impusieron las que se llamaron entonces políticas pacifistas y que consistieron en no poner freno a la ambición de Hitler. Eso fue percibido por este personaje como una clara muestra de debilidad democrática. Cuando los alemanes cruzaron la frontera polaca en septiembre de 1939 quedó fehacientemente claro que el ‘pacifismo’, tal como lo entendieron Chamberlain y Daladier, había fracasado y empezaba la guerra que terminó produciendo más de 70 millones de muertos y la destrucción de Europa. Conviene recordar también que a Hitler, al igual que a muchos alemanes, le movía un claro sentimiento de venganza por la pérdida de poder que Alemania experimentó tras su derrota en 1919.

Putin nos recuerda a Hitler cuando reclama e invade Crimea o el Dombás, en una clara transgresión del derecho internacional, justificándolo por la presencia en esos territorios del idioma ruso, e igualmente por sus aspiraciones a recuperar el poder imperial de la Rusia zarista y soviética. Seguramente, una manera de evitar lo acontecido en 1939 es que, en este caso, la Unión Europea se comprometa con Ucrania llevando a cabo una más eficaz política por la paz que el pacifismo de Chamberlain en aquel tiempo.

Enrique Bernad Royo es miembro de la Comisión Aragonesa del Movimiento Europeo y profesor de Historia Contemporánea (Unizar)

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