Se buscan palabras

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Se buscan palabras
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La semana avanza dando tumbos, todo está encarrilado hacia algo de fiesta, sacra o profana, avanza la semana o milenio, según criterios, dada la velocidad de las cosas y los seres y los entes intermedios como el mismo diamante: entre seres y cosas, personas y objetos, cada vez hay más híbridos, entes mixtos de esto y lo otro y lo de más allá, hemiseres, semicosas, carbono, lo que sea. 

No hay nombres para las novedades, las palabras hacen lo que pueden, ¡quark, quark! los hablantes inventan a toda prisa, electrocutan el pasmo, el estupor y el bislay de los tiempos. La semana avanza hacia el finde máximo, clímax y culmen de la cúspide, cuando se acaba el mundo y luego resucita o renace en lunes o martes habrá que seguir con los mismos asuntos de antes, de hoy y ayer, a veces todo junto, revuelto incluso, abarullado en su confuso sino, con las etiquetas cambiadas, hay que seguir pero los asuntos ya se han colapsado y se han formateado de cero, los asuntos no esperan al lunes o martes, llevan su propia entelequia, dinámica cuántica, térmica, lo que sea. El caso es que hay seres mixtos, nuevos, ya con el adn reparado, editado, quizá a control remoto desde otras galaxias; o como ese señor al que Neuralink, lo de Elon Musk, le ha implantado el chip en el cerebro, apenas una moneda, que se recarga sin cables, y le permite manejar el ordenador. Estamos ya en otra fase de la nueva era postagónica. La entropía ya no rige como antes, apenas se nota el roce de los misiles de tan rápidos que van, no hay fricción, un pensamiento muta a mil millones de kilómetros y a la vez aquí mismo, en este punto [·] ay mama.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Mariano Gistaín en HERALDO)

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