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Cartas al director de HERALDO: Épila, un lugar para vivir y convivir

Épila
Épila, un lugar para vivir y convivir
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Épila, un lugar para vivir y convivir

Ya nos han vuelto a sacar otra vez por televisión, tratando a Épila como si fuera la ciudad del crimen. Al parecer no pasan cosas en el resto de Aragón, nos ponen como si en esta localidad no se pudiera vivir. En los demás pueblos de Aragón pasa lo mismo. Según el tipo de robo, se puede adjudicar a unos delincuentes o a otros. ¿Para qué tantas manifestaciones diciendo que basta de robos si la mayoría ni se denuncian? 

El derecho ciudadano tendría que empezar por denunciar todos y cada uno de los asaltos a sus propiedades, para poder llevar a los autores a la Justicia y que sean castigados y privados de libertad. El hacer ruido con tambores y bombos no ahuyenta a los ladrones ni sirve para nada. Si de verdad se quiere cortar la delincuencia que no reclamen al maestro armero, hay que empezar por organizar una vigilancia digital. No veo ningún reportaje de las empresas de Épila, ya que en el polígono de Valdemuel trabajan 1.500 personas, de más de 80 kilómetros a la redonda; luego, el polígono del Sabinar, con varias empresas, entre ellas Bonárea, más las que están proyectadas. Unas infraestructuras completas, servicio médico las 24 horas, con análisis clínicos, un servicio de calidad, la mejor guardería de la provincia, instituto y formación profesional, asociación de músicos y joteros, que hay más de 300, servicios de toda índole, la cercanía de Zaragoza, estamos a 30 minutos, las gentes son acogedoras, se integran muy pronto todos los que vienen de fuera, no hay barreras sociales, se vive y convive felizmente. Tenemos muchos atractivos, en esta maravillosa villa, donde vivir es un placer.

Mariano Remiro Monteagudo. ÉPILA (ZARAGOZA)

La segunda niñez

Han llamado. Voy. María abre y... ya estamos todas, Sofía, Elena, Carmen, abrazos y besos. Sofía deja su silla de ruedas y Carmen el andador. Se reúnen las cuatro para celebrar 87 años cumplidos. Hacía tiempo que no se veían, tres llevaban gafas y Elena se las puso al entrar. Hicieron un repaso general, habían engordado, habían perdido pelo, pero habían hecho un esfuerzo. Arregladas, alguna incluso se maquilló, pero hay arrugas, no de la cara, difíciles de disimular. A María, la dueña del piso, se le saltaron las lágrimas. Había preparado canapés, pastelitos, zumos, coca-cola. Cuatro mujeres juntas que no se ven hace tiempo es difícil no organizar una algarabía, se quitaban la palabra y en seguida surgió el tema, el colegio, recordaban anécdotas y discutían porque todas querían dar su versión, la profesora de literatura, el cura de religión. Recordaban mejor todas esas cosas que las de ahora. Todas decían lo mismo: vas de una habitación a otra, ¿a qué? El número de teléfono, las fechas... Comían sus canapés muy a gusto. A una se le ocurrió una idea, no muy acertada, jugar al guiñote. Pero lo de jugar en parejas tiene cierto peligro, en seguida una se enfadó porque su compañera se olvidó de cantar las cuarenta y antes de que el disgusto fuera a más decidieron dejar las cartas. En cuestión de segundos la mesa se había llenado de fotos, sacaron sus billeteros, María empezó a poner marcos en la mesa, era el tema perfecto, todos y todas eran los más guapos, los más listos y los más cariñosos. Se pasó la tarde y se iban contentas, la silla de ruedas, el andador, el brazo de las personas que iban a recogerlas. Se habían sentido niñas, colegialas, luego madres y abuelas y volvían a su realidad, alguna al poco rato no lo recordaría bien, habían hecho un esfuerzo. Al entrar en el ascensor se les saltaban las lágrimas, no querían verse en el espejo. En silencio, seguramente se estarían haciendo la misma pregunta, ¿volveremos a vernos?

Pilar Cavero García-Rivero. ZARAGOZA

¡Cerrad los ojos!

La comida en nuestra sociedad tiene dos funciones; la primera es alimentarnos y la segunda, socializar. En ninguno de los dos casos apreciamos de forma suficiente el sabor de los alimentos. Respecto de la primera función, alimentarnos, hemos aprendido hasta a desayunar de pie un ‘loquesea’ por la mañana; a comer con rapidez para volver cuanto antes al trabajo al mediodía; y a cenar viendo una serie frente al televisor por la noche. Y respecto de la segunda, utilizamos los almuerzos, las comidas y las cenas para estar con la familia, los amigos o los compañeros. Sin embargo, el movimiento ‘slow food’, nacido en Italia ya en 1986 como contestación a la ‘fast food’, nos enseña a aprovecharnos también del placer de comer, del placer de saborear. Me parecen bien las dos funciones descritas, pero pienso que podemos añadir esta última, la de disfrutar de la comida y la bebida. Y para eso recomiendo, de vez en cuando, cerrar los ojos. Cerrarlos al inicio de un plato, al probar un nuevo vino, al degustar una buena tarta o, incluso, masticando unos torreznos. Tenemos que aprender a comer más despacio, paladeando los alimentos, y también tenemos que comer y beber con más consciencia, apreciando los valores gastronómicos. De ahí mi recomendación: de vez en cuando, ¡cerrad los ojos!

Carlos Hue García. ZARAGOZA

El gran error

Tengo para mí que el gran error de la Constitución de 1978 fue reconocer los regímenes fiscales especiales de Navarra y el País Vasco. Ahora, los nacionalistas catalanes tienen ante sí ese ‘mal’ ejemplo, que en el fondo es una pervivencia del carlismo y del franquismo, y será difícil quitárselo de la cabeza.

Víctor J. Mazón Uguet. ZARAGOZA

Obras del Museo del Prado

Siempre he tenido una cierta inclinación a que ‘a tiempos malos, tiempos buenos’. Es como si nos estuviésemos cayendo por una pendiente y saliese alguien al rescate. Tanto preámbulo es para agradecer la iniciativa del Museo del Prado de llevar obra de su pinacoteca a lugares con menos oportunidades de disfrutarla. Tenemos mucha igualdad de género y muy poca cultural. ¿Es tan malo acercar la belleza, el arte, la sensibilidad a todo el mundo? ¿Que no todo el mundo lo sabe apreciar? Sin discusión. Pero que no se dé la oportunidad en una democracia desarrollada no tiene sentido. A tiempos malos, tiempos buenos. Es una iniciativa que se agradece que el Museo del Prado, con un fondo de 27.500 objetos, 7.825 pinturas, 5.493 grabados, 2.155 medallas, 932 esculturas, saque a recorrer España unas cuantas. Gracias.

Carmen Aubá Estremera. ZARAGOZA

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas. cartas@heraldo.es

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