Paseo
Paseo
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Propongo un paseo. Acostumbrada a correr o pedalear con prisa, con la agenda llena de planes y plazos, sienta bien bajar el ritmo. El recorrido podría empezar en la orilla del Ebro, en la margen izquierda, junto al puente de Piedra y con el Pilar de fondo (probablemente la postal más bonita de nuestra ciudad, qué emoción verla en la gran pantalla con ‘La estrella azul’). 

Después seguiría río abajo, dejando atrás la ciudad y caminando hasta encontrarme con el Gállego. Ahí hay un sendero que discurre por el soto y a veces se inunda cuando hay crecidas. Saltando algún charco, continuaría acompañando al Gállego hasta llegar a la pasarela de madera de Santa Isabel. Ahí se multiplican los caminos y las posibilidades: seguir el fluir del río aguas arriba o aguas abajo, caminar entre huertas o volver sobre mis pasos de regreso al barrio.

La primavera recién estrenada invita a pasear y a leer. A despejar la cabeza del ruido de la actualidad. Pero sin olvidar lo importante. En la mesilla tengo ‘La sociedad de la nieve’, de Pablo Vierci, lleno de frases subrayadas que me transmiten el frío, el hambre, la esperanza, la espiritualidad y la dignidad que vivieron los protagonistas en los Andes. También vuelvo a libros que releo cada cierto tiempo. Como ‘Elogio del caminar’, de David Le Breton. "Recurrir al bosque, a las rutas o a los senderos, no nos exime de nuestra responsabilidad, cada vez mayor, con los desórdenes del mundo, pero nos permite recobrar el aliento, aguzar los sentidos, renovar la curiosidad. Caminar es a menudo un rodeo para reencontrarse con uno mismo". Deberíamos caminar más.

Paula Figols es periodista y escritora

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