Adjunto a la Dirección de HERALDO DE ARAGÓN

Pre-visibles y pre-decibles

Varios panes en la panadería La Magdalena de Zaragoza.
Varios panes en la panadería La Magdalena de Zaragoza.
Oliver Duch

¿Somos genuinos? ¿Auténticos? ¿O simplemente somos otra copia de Adán o de Eva? La ciencia genética ya ha demostrado que el manual de funcionamiento de un ser humano está escrito en cada una de sus células, en una molécula de ADN con las instrucciones para transmitir un pensamiento, elaborar un pan casero en el horno de casa, escribir un poema o charlar con el vecino.

Lo cierto es que uno nunca tiene del todo claro cuál es su nivel de originalidad. Somos bastante pre-visibles desde la etapa pre-natal hasta la de la pre-jubilación. Acaso porque vivimos en una sociedad de pre-fabricados, pre-elaborados y pre-cocinados. Lo de menos es ya la comida pre-congelada. Más agobiantes resultan los demás enlatados: el aluvión de series televisivas del mismo molde, de novelas de patrón fijo y de amistades de plantilla. Por no hablar de la política. Sufrimos una pre-campaña electoral permanente, con pre-visibles discursos y pre-candidatos pre-parados siempre para saltar a la arena.

Las relaciones pre-matrimoniales son casi de la pre-historia, pero desde pre-escolar nos acostumbran a una existencia de pre-pago. Compramos ensaladas pre-aliñadas y jamón pre-cortado, escuchamos música pre-grabada y leemos novelas superventas, comemos pan pre-cocido y nos lanzan eslóganes pre-decibles.

Sea como fuere, de vez en cuando conviene detenerse un instante y recordar que la barra de pan recién hecha con buena harina, la literatura auténtica y la amistad verdadera tienen otra textura. No sea que un día nos vayamos a topar con ellas y nos parezcan tan desconocidas, tan extrañas, que las confundamos con productos caducados.

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