Iconos e iconoclastas

El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, participa en un foro empresarial este viernes en el hotel Sheraton, en Santiago (Chile).
El presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez.
Javier Martín

Pues claro que Pedro Sánchez es un icono. Hubo polémica –cosas de la fachosfera– porque una presentadora de televisión le dijo "te queremos, eres un icono, presi" en una conexión en la gala de los Premios Goya. Fue, por si cupiera alguna duda, en RTVE. 

Y, parafraseando al icono cuando no hace tanto hablaba del fiscal general del Estado: "¿de quién depende RTVE? Pues ya está". Si Sánchez ya era un icono antes del acuerdo sobre la amnistía, ahora podría calificarse como una especie de deidad, un titán sin parangón conocido a este lado del orbe. El ministro Bolaños, abundando en ello, ya ha proclamado que lo de la amnistía va a ser un "referente mundial", lo que recuerda mucho a aquella coincidencia astral de Obama y Zapatero que anunciara en su día Leire Pajín como "acontecimiento histórico" para el "planeta". Ya se sabe que la moderación no lleva a ninguna parte cuando se trata de ponderar al líder.

Con lo de ‘icono’ ocurre justamente como con aquel famoso ‘talante’ de Zapatero. Son términos que necesitan de más elementos para concretar su valor. Hitler o Al Capone, por ejemplo, pueden considerarse iconos como lo puede ser la madre Teresa de Calcuta. Así que la clave está en precisar de qué es Sánchez un icono, algo que sí puede resultar objeto de controversia. No habría que descartar que en el fondo la intención de la presentadora, que cobró 5.000 euros por su encomiable y encomiadora labor, fuera decirle "eres un iconoclasta", porque uno se atropella fácilmente con las urgencias del directo. Y eso hubiera tenido mucho más sentido porque la Real Academia dice que el iconoclasta "rechaza la autoridad de maestros, normas y modelos".

Lo cierto es que celebrándose la más importante gala del cine español, lo pertinente hubiera sido espetarle a Sánchez aquello de "¡presidente, todos somos contingentes pero tú eres necesario!", una irreprochable muestra de alabanza que hubiera servido a la vez como homenaje al cineasta José Luis Cuerda. Sí, el momento es grave, pero el humor absurdo continúa jalonando inopinadamente la política española, tan fecunda en iconos de variado pelaje.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Alejandro E. Orús en HERALDO)

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