Por
  • Francisco José Serón Arbeloa

Declive y oscurantismo

Declive y oscurantismo
Declive y oscurantismo
POL

Por razones que son evidentes estamos en un momento adecuado para reflexionar sobre: cómo pensamos que se deben gobernar nuestras sociedades, y la manera de comunicar las políticas. 

Lo que está claro es que deberíamos buscar respuestas eficaces a la actual pérdida de confianza en las instituciones democráticas y en el comportamiento de ciertos líderes políticos. Para mí la razón es simple, tengo un hijo y la situación actual unida a la falta de transparencia me inquieta.

En una democracia representativa, con el acto de votar, se le da un cheque en blanco al partido o a las agrupaciones de partidos que consiguen la mayoría en el Congreso. A partir de ese momento y hasta la siguiente votación, sus decisiones están muy influidas por las identidades ideológicas de la agrupación que las toma, por sus presuntos valores, sus visiones del mundo y los rasgos de personalidad de sus líderes, recordando que los responsables son seres humanos y no algoritmos.

Hacer lo que se ha hecho por costumbre, conduce a un declive paulatino causado por la tendencia al desorden de los sistemas complejos, como lo son las sociedades humanas

Lo del voto asociado a un cheque en blanco, estoy convencido de que ya no es una solución en pleno siglo XXI, hacer lo que se ha hecho por costumbre conduce a un declive paulatino causado por la tendencia al desorden de los sistemas complejos, como lo son las sociedades humanas.

Centrándonos en los procesos de comunicación al uso, lo habitual es que las decisiones políticas no se expliquen o bien por razones de estado o porque son evidentes. El resto se mal explican si es que se explican, pero da igual, tú has votado, has cumplido y eres cómplice de lo que ocurra. De hecho, paradójicamente, se habla mucho y deprisa, pero se lee poco y se reflexiona menos. ¿Se han preguntado por qué el principal medio de comunicación de los políticos con nosotros se basa en la oralidad unidireccional?, es decir, ellos hablan o se insultan, emitiendo mensajes simples y cortos, mientras los demás escuchamos, y en el mejor de los casos, ellos responden selectivamente a un conjunto muy pequeño de preguntas realizadas por los medios de comunicación asistentes.

La palabra hablada es la forma más antigua y natural de comunicación entre los seres humanos. Permite la interacción directa y personal, a la vez que expresar emociones y tonos de voz, facilitando la comprensión de mensajes, pero la información se pierde rápidamente si no se registra, o no prestamos suficiente atención o no nos repiten la información o lo que se dice no nos va a influir en nuestro día a día. La razón es el comportamiento de nuestra memoria a corto plazo. Por otra parte, la comunicación escrita, permite expresar ideas de manera detallada y precisa, es consultable en cualquier momento, no está limitada por la ubicación, estimula el pensamiento crítico y creativo, aunque no ofrece el contacto directo visual ni la retroalimentación inmediata de la comunicación oral si existe diálogo.

Los modos habituales de hacer política y de plantear la comunicación política ya no son válidos

La comunicación oral y la comunicación escrita tienen sus propias ventajas y desventajas en términos de cómo procesamos y recordamos la información. En resumen, la comunicación oral es más inmediata y personal, mientras que la comunicación escrita es más precisa y duradera, pero a pesar de su importancia, la oralidad a menudo se considera secundaria y dependiente de la escritura. Por lo tanto, antes de oír se debería poder leer lo que se va a escuchar, de esta manera su posterior audición sería más provechosa, y ya no digo si abrieran un turno de preguntas.

¿Les suena raro lo que digo?

Francisco José Serón Arbeloa es catedrático de la Universidad de Zaragoza

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