La manifestación de ayer en Madrid, convocada por un buen número de asociaciones, puso el contrapunto del malestar ciudadano a una semana en la que el Gobierno y el PSOE han confirmado su sumisión ante el separatismo, llevando adelante una amnistía que supondrá un auténtico mazazo al Estado de derecho y un temerario desarme del sistema democrático. 

Son muchos los españoles indignados con esta situación, Pedro Sánchez debería escuchar.

Miles de españoles se concentraron ayer en el centro de Madrid, pidiendo la dimisión del presidente del Gobierno, para expresar su rechazo a unas concesiones que, de hecho, han puesto aspectos clave de la gobernación de España en manos de unas minorías políticas cuyo objetivo es destruir la unidad del país y su Constitución democrática. Son ya seis las grandes manifestaciones que se han sucedido en la capital desde que Pedro Sánchez mostró su disposición a aceptar las condiciones de Puigdemont para poder seguir gobernando, pero ni el líder socialista ni su partido han cambiado el temerario rumbo adoptado. Esta misma semana, han vuelto a capitular ante las exigencias de Junts revisando el texto de la ley de amnistía para hacerlo más favorable a Puigdemont. Sánchez parece dispuesto a cualquier claudicación con tal de mantenerse en el poder. Pero las justificaciones de la amnistía que, con fingida convicción, dan los miembros del Gobierno o los dirigentes del PSOE son continuamente desmentidas por la contumacia de los separatistas, mostrando que una legislatura que se apoya en los enemigos de la Constitución solo puede tener los pies de barro. Sánchez está poniendo en riesgo la estabilidad del Estado de derecho y causando al Partido Socialista un triste y muy serio descrédito. La protesta de ayer en Madrid refleja el sentimiento de millones de españoles que no pueden aceptar esta deriva.