Aborto versus feminismo

Un momento de la manifestación del 8 de marzo en Zaragoza.
Un momento de la manifestación del 8 de marzo en Zaragoza.
Francisco Jiménez

Celebrábamos este viernes el Día Internacional de la Mujer. Universidad y Ayuntamiento parecieron obviar las diferencias, abusos y el trato todavía humillante, y resaltar a la mujer en positivo. 

Y es que todos y todas hemos tenido madres, tías, abuelas, hermanas, amigas, compañeras, profesoras… que nos han marcado.

Sin embargo, está esa otra realidad. No hay duda de que las niñas son más vulnerables que los niños a una violación, aun en el entorno familiar. Cada vez más las jóvenes tienen menos autonomía en la pareja y más control. Tras una excelente formación sigue existiendo el techo de cristal. En cualquier guerra, las vejaciones femeninas son mucho mayores. La violencia de sexo y doméstica sigue a la orden del día.

En cuanto a las niñas y mujeres con diversidad funcional, ya no hay esterilización ni prohibición de voto en las adultas con discapacidad intelectual. Pero la violencia verbal, la falta de asistencia adecuada, abusos subrepticios y embarazos no deseados, mayor exposición al maltrato y dificultades añadidas para desarrollarse como mujer, madre y persona son temas vigentes. La elección en la supervivencia de varoncito o hembra en según qué países se ha superado, pero ya apenas nacen niños con síndrome de Down.

Y en este contexto, se aprueba en la Constitución francesa el derecho al aborto. Mujeres de alma y cuerpo, que nos pertenecen por completo. No cabrían relaciones forzadas, prostitución a la fuerza y por engaño, ni si me apuran vientres de alquiler. ¿Parir un hijo para dárselo a otra?

La presidenta de la Asamblea de Versalles, una mujer. Y a la misma llegó el hijo de Simone Veil, superviviente de Auschwitz, exministra de Sanidad, que aprobara la primera ley de interrupción voluntaria del embarazo, y presidenta del Parlamento Europeo. Todo humanamente correcto. Si no olvidásemos un nimio detalle: la selección humana. El sacrificio de los niños con tara en el monte Tageitos, de los primogénitos en el torrente Cedrón, el nazismo antisemita o la superioridad del pueblo israelí sobre el palestino tienen que ver con esto.

María Pilar Martínez Barca es doctora en Filología Hispánica y escritora

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