Plástica política o política plástica

Los 'pellets' aparecidos en la costa de Galicia han vuelto a alertarnos sobre los problemas que causa el uso de plásticos.
Los 'pellets' aparecidos en la costa de Galicia han vuelto a alertarnos sobre los problemas que causa el uso de plásticos.
Cabalar / Efe

Que de la noche a la mañana desaparezcan los plásticos es una quimera. La sociedad del plástico no tiene vuelta atrás, pero sí que se puede gestionar ese material mucho mejor. 

¿Se debe vivir usando menos plásticos y ninguno de según cuáles? Sí, con urgencia.

Hay fundadas sospechas de que los fabricantes del plástico nos han engañado sobre las posibilidades reales de su reciclaje. No todo plástico que va al contenedor amarillo -junto con otras muchas cosas que no deberían depositarse en él- acaba teniendo nuevos usos. Mucha gente no repara en eso, se siente absuelta por la propaganda desplastificadora. Esta dice: compre las cosas plastificadas, si después lleva el plástico al contenedor amarillo no hay ningún problema. No es verdad. El engaño hace que nos sintamos exculpados y que no reparemos en los daños que provocamos con su producción y usos.

Y eso no es todo. En muchos hogares no se acierta al determinar qué debe ir a ese contenedor amarillo y qué no. Debemos reconocer, nuestros políticos y gestores de residuos también, que la maraña plástica contamina hasta nuestras buenas intenciones. Hoy día, la bolsa de basura más voluminosa que vemos salir de las casas es la de color amarillo, algunas incluso se adornan de ese matiz para facilitarle a la gente su destino y acicalarle las hipotéticas culpabilidades. ¿Alguien se extraña de que haya un cierto decaimiento en la intención recicladora? ¿Seguro que no lo hemos sentido casi todos alguna vez?

A partir de ese momento ya no es nuestra responsabilidad el posible nuevo aprovechamiento de la materia prima. Además, todo producto que se precie va sobre plastificado; nos han vendido que eso es garantía de salud. Sí, pero no tanto. Ya no nos extraña que cuando ordenamos nuestra compra quede un reguero de plástico; en verdad, la ciudadanía no tiene por qué conocer el grado de reciclaje. Cada vez más gente nos preguntamos para qué, por qué, qué tipo de plástico es, si se podría utilizar otro sistema de preservación de calidad, y muchas más cosas.

También hay que hablar de lo bueno de España, o lo menos malo. Hemos leído en una página de esas que tienen intereses en el asunto que nuestro país ocupa el segundo lugar en reciclado de plástico de la Unión Europea. Pero también sabemos, por la ONG americana Center for Climate Integrity (CCI) que no solo se está señalando a las grandes petroleras por el cambio climático, sino también por engañarnos acerca del reciclaje del plástico.

Por todo este confuso entramado entre política plástica y plástica política circulan demasiados intereses. Quienes nos gobiernan juegan con la verdad. El Parlamento Europeo resaltaba, en enero del año pasado, que «la producción de plástico ha crecido exponencialmente en las últimas décadas. Sin embargo, en Europa sólo se recicla un tercio de este material». El mismo informe apuntaba posibles soluciones: conseguir que -como dice el Pacto Verde Europeo- un 55% de los residuos de embalajes plásticos se reciclen en 2030. Propone cómo: con un mejor diseño que los haga a todos aptos para el reciclaje, con incentivos para llevar este proceso, con estándares de calidad para los plásticos secundarios, con una certificación rigurosa para incrementar la confianza tanto de la industria como de los consumidores, con la introducción de normas obligatorias sobre el contenido mínimo de reciclado de determinados productos, con medidas persuasivas ante los Estados para que consideren rebajar el IVA de los productos reciclados. Se me olvidaba: los eurodiputados quieren un mejor intercambio de información dentro de la UE y transparencia sobre los traslados plásticos fuera de la UE.

Uno se pregunta si la política no será demasiado moldeable en esto de los plásticos, de un solo uso o más. Necesitamos con urgencia una fuerte regulación que nos invite a colaborar. De lo contrario, nos pasará como a los seres vivos que ya ingieren plástico en grandes cantidades. ¿Y después? No solo la mala imagen de los vertederos mancha, la salud del biodiverso mundo también importa. Los microplásticos ya inundan buena parte de las cadenas alimentarias, también las nuestras. Y no es alarmar, sino avisar.

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