La autovía de Logroño se demora otra vez

Los 4,5 kilómetros que restan para concluir el desdoblamiento de la carretera de Logroño (N-232) en la provincia de Zaragoza tendrán que esperar más de un año. Las reprogramaciones se han seguido acumulando y las obras del tramo final entre Mallén y el límite provincial con Navarra avanzan muy lentamente, por lo que al ritmo actual se podría demorar su apertura hasta el verano de 2025. Urge la finalización de este tramo porque la autovía es una de las principales reivindicaciones de Aragón en materia de infraestructuras viarias

La última previsión oficial del Ministerio de Transportes apuntaba a la puesta en servicio de la futura A-68 en la primavera del año pasado, pero los trabajos se pararon durante meses, se tramitó un tercer modificado del proyecto y una de las dos contratistas, Sando, renunció, dejando todo en manos de Copisa. El problema de fondo es el coste: en plena sequía de contrataciones públicas, la unión temporal de empresas lanzó en 2016 una agresiva oferta económica para llevarse el contrato de los últimos 14,5 kilómetros, de Gallur a Navarra. Hizo una rebaja del 40% sobre el precio de licitación de la obra con el objetivo de desbancar a las 30 empresas con las que competía. A esto se ha sumado el alza de los precios, por lo que el desfase es todavía más abultado. Sea como fuere, y más allá de los problemas de las empresas constructoras, hay que exigir más diligencia al Gobierno central en atender las viejas reclamaciones en materia de desdoblamiento de las carreteras aragonesas.

Ahora que se ha conocido parte del descontrol en Transportes durante la época de José Luis Ábalos, hay que confiar en que hoy se estén gestionando mejor los proyectos del Ministerio. Lo cierto es que Aragón lleva ya demasiados años reivindicando infraestructuras que son fundamentales para la vertebración de su territorio.