Mauricio y Félix

Mauricio y Félix
Mauricio y Félix
G. Sopeña | Esther Casas

Es una alegría comprobar la enorme repercusión que está teniendo ‘La estrella azul’, la película de Javier Macipe sobre Mauricio Aznar. 

No es sólo un ‘biopic’, sino muchas más cosas: es una entrañable historia zaragozana (con cameos muy reconocibles), pero a la vez –y sobre todo– es un relato muy universal, sintiendo la música como un modo de aprehender la vida, casi como una religión, con ese descubrimiento por parte de Aznar de la chacarera de los Carabajal y su pasión por Argentina. Me alegra mucho ese reconocimiento porque veo que de un tiempo a esta parte los aragoneses empezamos a preocuparnos por nuestras cosas y a defenderlas. Y eso, afortunadamente, es una ruptura total con la vieja tradición –legendaria, lo sé, pero muy gráfica– del "muy flojico lo tuyo". Porque baste recordar que cuando Borau consiguió estrenar ‘Leo’ –con la que ganó el Goya– en Zaragoza, no fue a verla casi nadie. Ahora se defiende ya sin complejos el cine, la música, la literatura o la pintura (qué gran exposición de Elisa Arguilé en el Paraninfo estos días) de nuestros creadores. La película sobre Mauricio Aznar, muerto a los 36 años, es admirable. Pero queda otra por hacer: la gran película sobre otro creador aragonés muerto a los 43, Félix Romeo, que dejó tanta huella o más que Aznar. Vicky Calavia y Gaizka Urresti le dedicaron en 2013 un corto, ‘Por qué escribo’, en el que también salíamos muchos de sus amigos. Pero es insuficiente. La extraordinaria personalidad de Félix, su inmenso talento y su trágica muerte piden a gritos una gran película como la que Macipe le ha dedicado a Aznar.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por José Luis Melero en HERALDO)

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