Los habitantes y los responsables municipales de las localidades de la ribera aragonesa del Ebro que suelen verse afectados por las crecidas, además de todos los servicios de la Confederación Hidrográfica y de Protección Civil, están muy atentos al avance del río hacia Aragón, donde se espera que la punta de la crecida llegue hoy. 

La nueva riada obliga a plantear la intensificación de las acciones para resolver un grave problema periódico que genera un daño económico notable y afecta de manera determinante a las condiciones de vida en las localidades junto al río.

Los técnicos de la CHE prevén que el caudal máximo será extraordinario, pero se estima que no alcanzará los altos valores de la inundación de diciembre de 2021. Sea como fuere, en la Ribera Alta se vive una zozobra en cada crecida del río. Novillas, Pradilla, Boquiñeni, Gallur, Alcalá o Cabañas, entre otras, son las localidades que periódicamente deben afrontar estas amenazas y el impacto que tienen en sus economías y en el quehacer cotidiano de sus habitantes. Las motas y medidas de prevención, además de las inevitables polémicas a la hora de buscar soluciones válidas para todos, son imágenes que regresan una y otra vez. Hay que buscar un consenso entre las tesis medioambientales y las medidas que eviten los perjuicios que causa el río desbordado a los habitantes de la zona.

Ya existe un plan básico con medidas de prevención y de protección para evitar el incremento del riesgo de inundación de las actividades ya existentes, así como impedir la instalación de actividades vulnerables en zonas de riesgo. Es importante completar cuanto antes este programa de obras y de intervenciones con el objetivo de reducir la vulnerabilidad de la población y el coste económico.