Por
  • Aurelio Viñas Escuer

Marruecos, tan próximo y tan lejos

Marruecos, tan próximo y tan lejos
Marruecos, tan próximo y tan lejos
Pixabay

Estoy llegando a más que viejo. Voy camino de 95 años. Y lo hago con la duda de si he pisado o no suelo marroquí. La duda se inició en Algeciras, bien entrado ya el pasado siglo XX. Y surgió con una doble motivación. 

Por un lado, pisar un suelo tan próximo y tan lejano y, por otro, cruzar el estrecho de Gibraltar en un frágil barco de madera, como habrán hecho millares de personas a lo largo de los siglos.

Así fue como optamos con mi esposa a pasar a Ceuta. El viaje fue muy breve, ya que duró un solo día. Visitamos el cuartel del Rey, en el que mi tío Paquito había hecho la mili unos años antes y poco más. Yo pensé también en visitar el campamento de Dar Riffien, cuartel de la Legión. Está situado entre Ceuta y Tetuán, próximo al Llano Amarillo, en una zona bañada por el mar y resguardada del viento de poniente que azota las costas del Estrecho. Pero los taxistas con los que contacté se negaron a realizar el viaje y me aconsejaron que desistiera de él, pues íbamos a correr un serio peligro. Y más si iba acompañado de una mujer. Así que regresamos a España sin saber si habíamos pisado tierra marroquí o nos habíamos quedado en el intento.

Así estaban las cosas en aquellos momentos. Entre España y Marruecos las relaciones han sido a menudo tensas, aunque en ambos países se haya hecho el máximo por disimularlo. Cuando estuvimos por allí reinaba, si mal no recuerdo, un tal Hasán II, aunque vivía habitualmente en París, en un lujoso chalet que poseía en la capital francesa, arropado por sus hombres más fieles y acompañado de sus concubinas más estimadas. ¡Todo un escándalo!

¿Entonces? Ha sido necesario que pasaran los años, casi medio siglo, para que, al leer el artículo de Chaime Marcuello sobre Marruecos (‘Toubkal, Merzouga’, 8 de febrero), haya vuelto a pensar en aquellos años. Ahora las cosas parece que han cambiado, aunque las montañas del Gran Atlas, que se extiende del noreste al suroeste, siguen en el mismo sitio. Donde circulan los pocos ríos que posee la nación, que permanecen secos gran parte del año. Luego el país se extiende hacia el sur, hasta lindar con el Sáhara, en unos territorios muy peculiares. Las noches son frías, casi gélidas, y los días ofrecen unas temperaturas tan elevadas que resultan insoportables. Así, la población en esa zona es escasa, y económicamente muy débil, ya que no hay industria ni puestos de trabajo, etcétera. La zona más poblada y mejor dotada económicamente es la parte costera. Esto lo sé por los libros. Me hubiera gustado recorrer Marruecos, tan cercano y tan lejos. 

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