Lo de Cuarte de Huerva

Imagen del pleno extraordinario de Cuarte de Huerva solicitado por la oposición y celebrado este jueves
Lo de Cuarte de Huerva
Heraldo.es

Mientras una semianalfabeta tertuliana de una cadena de televisión decía no acabar de entender que un pueblo como Cuarte ‘de Huelva’ (así lo pronunciaba ella) estuviera en Aragón, unos paneles mostraban en pantalla las cifras que presuntamente habría gastado la Corporación local en diversas fruslerías, gastos de dudosa justificación, ágapes y merendolas, cafés, frutas, leche, cava y bocatas. 

El asuntó saltó a la luz cuando la alcaldesa llevó al pleno una serie de facturas extrapresupuestarias para su aprobación, entre las que figuraban unas cuantas que no parecían corresponder a los gastos habituales en que incurre un ayuntamiento y que ascendían a varios miles de euros.

La cuestión es que el chusco asunto llegó a los medios de comunicación, y más de una televisión y alguna prensa recogió el caso, que debió hacer salir los colores a la señora alcaldesa, y difundió la noticia de esa presunta irregularidad por todo el país, provocando un cierto cachondeo y una dura crítica a semejante comportamiento. Se complicó aún más la cosa cuando se supo que la regidora disponía de una tarjeta para pagos ‘de protocolo y representación’ con cargo a las cuentas municipales que le autorizaba a gastar 1.100 euros cada día y que recuerda el bochornoso caso de las ‘tarjetas black’.

No se trata de un uso indebido de dinero público de dimensiones millonarias, aunque tampoco es calderilla; pero lo que importa aquí es esa actitud relativamente frecuente entre muchos dirigentes en virtud de la cual se puede gastar el dinero de todos en caprichos, complacencias y aprovechamientos propios. Y esto no puede ser, ni se puede consentir, por pequeños que sean esos alegres dispendios en copas y francachelas. Los partidos políticos –en este caso la alcaldesa de Cuarte de Huerva es del PP– deben educar y formar a sus cuadros en los valores de la honestidad, la buena gestión, la austeridad… y vigilar que se cumplan; y ser duros y rigurosos en sancionar a quienes se les vaya la mano, aplicando sin contemplaciones la separación de estas personas del partido, pues no son merecedoras de representarlo y provocan un grave deterioro en su imagen.

No basta con predicar, hay que ser ejemplares en el ejercicio de administrar y deben ser separados quienes no siguen unos mínimos códigos éticos. Quizá un buen escarmiento de vez en cuando sirva de aviso a navegantes, pero cerrar los ojos ante estos hechos es una muestra de la debilidad e hipocresía de los partidos políticos, que deben poner fin a estos sucesos cortando por lo sano, so pena de perder credibilidad… y votos. Es conocido, y aquí es de aplicación, el dicho de que la mujer del César no sólo debe ser honesta, sino, además, parecerlo.

Creo que, ante el caso que nos ocupa, el PP debe abrir una investigación, aclarar los hechos y, en su caso, sancionar una conducta impresentable e impropia de un partido que tiene la honradez como uno de sus lemas. Por su propio bien.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por José Luis de Arce en HERALDO)

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