Por
  • Pedro C. Marijuán

La censura en España

Agresión a los símbolos nacionales
Agresión a los símbolos nacionales
EFE

Hace unas semanas el ministro de Cultura, Ernest Urtasun, informó de la creación de una dirección general para la vigilancia de casos de censura. Se sobreentiende que su objetivo es inflar mediáticamente los casos de microcensura que puedan darse en los ayuntamientos y comunidades autónomas de mayoría conservadora.

¿Pueden cambiarse las políticas culturales de esas instituciones? No, quizás en absoluto. El nuevo dogma y la nueva inquisición no lo permiten. Pero supongamos que el Sr. Ministro es persona ecuánime y busca denunciar los casos realmente graves de censura. Le daremos unas cuantas pistas.

En primer lugar, la censura del idioma en la enseñanza. Millones de niños españoles sufren la censura lingüística siendo privados del aprendizaje en lengua materna. Pero esta censura ya la tomamos como algo aceptado con resignación. Hasta el Tribunal Supremo tiene que tragarse sus sentencias, y los escasos héroes que reclaman tienen que enfrentarse a una coacción insoportable.

¿Y la censura de nuestros símbolos nacionales? ¿Quién se atreve a ir al Camp Nou con una bandera nacional? ¿O a los campos del País Vasco y, ya también, Navarra? Las propias policías autonómicas y la seguridad de los estadios las requisan, y las agresiones a los que esporádicamente se atreven a pasarlas han dejado de ser noticia. Nuestra bandera constitucional está censurada en no pocos lugares de España. Y menos mal que el himno no tiene letra, pues cantarlo sería tomado como una provocación intolerable.

Quienes critican los casos de microcensura que se dan en ayuntamientos conservadores se olvidan de otras censuras mucho más graves que se han hecho habituales

Sigamos con la censura de las ideas. Las leyes de Memoria Democrática y de Memoria Histórica son un caso de censura ideológica que intenta prohibir cualquier referencia negativa al cruento pasado del actual bloque de poder. Es inaudito legislar sobre la memoria y crear una interpretación oficial, salirse de la cual sea ilegal. Por ejemplo, pueden dedicarse nombres de calles a Marx, Lenin, Largo Caballero, Durruti o cualquier otra figura radical de nuestra historia. Pero se ha censurado a cualquiera relacionado con el franquismo. Por cierto, nunca se censura públicamente al comunismo (prohibido en varios países europeos y censurado junto al fascismo por el Parlamento Europeo), ni tampoco al estalinismo o al ‘chequismo’ que se sufrió aquí.

Y otra interesante censura, la cultural, a la que el propio ministro se dedica con entusiasmo militante. Todo lo que del orbe cultural pueda ser identificado con la España tradicional es objeto de censura, de boicot o de legislaciones abstrusas. Sea la religión católica sea la tauromaquia sea la caza, la ganadería e incluso el mundo rural en su conjunto. Aquello que no sea urbanita, progresista y ecologista (e indigenista, anticolonial, antirracista, etc.) pasa a ser un estorbo o un enemigo. Incluida esa censura de género que se ha extendido por nuestro país. Pocos se atreven a criticar sus aspectos más ridículos o nefastos.

Y es de rabiosa actualidad la censura del Ejecutivo al Poder Judicial, con nombres y apellidos de los jueces señalados. Estamos avanzando hacia una ‘democracia popular’ donde un gran líder dirige y coordina todos los poderes del Estado. Espero que sean suficientes ideas para la reflexión del ministro.

Pedro C. Marijuán es doctor en Neurociencia cognitiva

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión