Por
  • Carmen Herrando Cugota

Dag Hammarskjöld

Dag Hammarskjöld
Dag Hammarskjöld
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Una vida ejemplar, truncada por intereses indecentes de los juegos de poder, la de este ciudadano sueco, Dag Hammarskjöld, segundo secretario general de las Naciones Unidas entre abril de 1953 y el 18 de septiembre de 1961, día en que se estrelló el avión en el que viajaba.

Nació en Jönköping, Suecia, en 1905. Su padre, profesor de la Universidad de Upsala, fue ministro de Justicia y primer ministro de Suecia durante la Primera Guerra Mundial. Dag fue un trabajador incansable y un hombre reflexivo con gran conciencia ética. Pero también un solitario; tal vez por eso leía a autores de pensares hondos como los místicos españoles del XVI (Teresa de Jesús y Juan de la Cruz), Tomás de Kempis, o contemporáneos suyos: Bloy, Péguy, Claudel... Consciente de la importancia de la vida de los adentros, escribía en 1950: "El viaje más largo es el viaje hacia el interior".

Cuando fue nombrado secretario general de la ONU el 7 de abril de 1953, lo tomó como una misión de servicio; se implicó personalmente y obró en conciencia, actitud que le otorgó autoridad ante sus colaboradores. Trabajó por la paz desde el fomento de la cooperación internacional y se comprometió en el proceso de descolonización que siguió a la Segunda Guerra Mundial, sobre todo en el continente africano. En 1960, por ejemplo, en menos de mes y medio recorrió veintiún países de África, logrando que diecisiete de ellos fuesen admitidos en la ONU. Cabe destacar su trabajo en China, Oriente Próximo, Hungría, o el de la crisis del canal de Suez entre 1956 y 1957, año éste en el que fue renovado por cinco más como secretario general de la ONU. En el segundo mandato, apostó por el desarme, convencido de la importancia de parar el crecimiento del armamento mundial, fruto de un acelerado desarrollo tecnológico. Alentó el Organismo Internacional de la Energía Atómica, fundado en Viena en 1957, e instó al Vaticano a participar como miembro fundador. A finales de los años cincuenta medió en la crisis del Líbano y en las de Laos y Túnez. Se implicó intensamente en la independencia del Congo belga: la República Democrática del Congo nacía en 1960, pero pronto estalló una cruenta guerra civil en cuyo curso Hammarskjöld recibió presiones de los dos bloques que capitaneaban el mundo: se ganó la discordia de los soviéticos y le hostigaron las potencias de Occidente. Cuando volaba con rumbo secreto sobre territorio congoleño con otros miembros de Naciones Unidas, el avión se estrelló. ¿Un accidente? Nunca se supo y probablemente tampoco se sabrá.

La segunda persona que desempeñó el cargo de secretario general de la ONU, Dag Hammarskjöld, no solo fue un esforzado y eficaz diplomático que trabajó en favor de la paz y el desarme, también fue un hombre espiritual y de profunda reflexión

Hammarskjöld recibió el Premio Nobel de la Paz a título póstumo en 1961. Además de su labor comprometida, nos dejó ‘Marcas en el camino’, una suerte de diario espiritual (Trotta, 2009) donde destaca el misterio que es la vida e invita a cultivar el yo profundo, abierto al otro, como el que presenta Martin Buber en su libro ‘Yo y tú’. Conoció a Buber y quiso propagar su pensamiento: entre sus cosas hallaron un ejemplar de ‘Yo y tú’ del que había traducido unas páginas. También llevaba con él el Nuevo Testamento y el libro de los Salmos.

Carmen Herrando Cugota es profesora de la Universidad San Jorge

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