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  • Editorial

Moderación y diálogo para buscar soluciones

Los tractores intentan entrar a Zaragoza por la N232
Los tractores intentan entrar a Zaragoza por la N232
Guillermo Mestre

Tras una semana de movilizaciones de los agricultores españoles, y varias más en otros países europeos, es el momento de que el conflicto se encauce decididamente por la vía de la negociación.

Muchas de las reivindicaciones del campo son razonables y deben encontrar eco en las autoridades, tanto en el ámbito europeo como en el nacional y el autonómico. Pero las protestas deben excluir los actos violentos y evitar un bloqueo que perjudique a toda la sociedad.

Las quejas de los agricultores están fundamentadas. Los problemas que denuncian dificultan la supervivencia del modelo de agricultura profesional y familiar, indispensable para garantizar la vida en el medio rural y el cuidado del medio ambiente. También el sector del transporte por carretera, en el que se anuncian asimismo movilizaciones, tiene reivindicaciones razonables. Es obligación del Gobierno nacional y de las instituciones europeas abrir cauces de diálogo que permitan acordar los cambios necesarios en la política agraria común (PAC) y en otros aspectos de las políticas de la Unión, y de su aplicación en el nivel nacional, para asegurar la rentabilidad de las explotaciones agropecuarias, acompasando para ello en lo necesario las medidas de la transición ecológica. Un diálogo que debe vehicularse a través de las organizaciones tradicionales del sector, que llevan décadas trabajando y a las que se confiere la necesaria representatividad. La protesta del campo merece la simpatía de una sociedad que es consciente del papel decisivo de la agricultura en el bienestar colectivo. Pero por ello mismo, hay que evitar que la legítima protesta sea ‘capturada’ por intereses políticos que la lleven al torbellino de la lucha entre partidos. Las movilizaciones, por otra parte, no pueden llevarse al extremo de dificultar seriamente el desarrollo de la vida cotidiana o de la actividad de otros sectores económicos. Moderación y diálogo, junto con el compromiso de los gobernantes, deben presidir la búsqueda de soluciones para el campo.

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