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  • Editorial

Evitar la manipulación política

Los tractores provocan retenciones en la carretera Castellón
Los tractores provocaron retenciones este viernes en Vía Hispanidad
Toni Galán

El movimiento legítimo de los agricultores, con reivindicaciones justas que reciben la simpatía de gran parte de la sociedad, corre el riesgo de encallar si se enreda en la lucha política partidista y si sus tractoradas se convierten en una tortura cotidiana para miles de conciudadanos.

Cientos de personas se vieron ayer atrapadas durante horas en las carreteras aragonesas, especialmente en los alrededores de Zaragoza, entre los tractores desplegados por grupos de agricultores para hacer visibles sus reivindicaciones. Otras muchas sufrieron retrasos y riesgos en sus desplazamientos por la misma razón. Estas situaciones, lo mismo que las entradas masivas de tractores en el centro de las ciudades, no pueden repetirse indefinidamente. Por legítima que sea una movilización, ningún colectivo ni sector tiene derecho a tomar como rehenes de sus reivindicaciones a los demás ciudadanos. Ni es comprensible que se cause daño a otras actividades económicas o que se trastorne seriamente la vida diaria de la gente. En general, las organizaciones agrarias tradicionales y representativas están convocando sus protestas con prudencia y según un calendario previsible, pero otras acciones, supuestamente espontáneas, rozan o superan el límite de lo que cabe admitir. Por otra parte, va en contra de los propios intereses de los agricultores y de la mejor resolución de sus demandas, que el movimiento de protesta se desvíe de sus objetivos principales y que se deje utilizar como un arma de la lucha política partidista, demasiado agria ya en este momento en nuestro país. Las aspiraciones del campo pueden contar de manera natural con el apoyo de una gran parte de la sociedad, pero a condición de que se expresen siempre de manera pacífica, razonable y respetuosa con los derechos de todos, y de que no se perviertan y desfiguren con propuestas y objetivos ajenos. Las autoridades, por su parte, en Madrid y en Bruselas, deben reaccionar y articular cambios en las políticas relacionadas con el medio rural que vayan más allá de las respuestas improvisadas y muy parciales que están dando hasta ahora. 

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