El factor Europa

Sede del Tribunal General de la Unión Europea (TGUE).
Sede del Tribunal General de la Unión Europea (TGUE).
TGUE

Al igual que en la historia de España, el peso de Europa ha resultado casi siempre trascendental en el imaginario hispánico. Incluso en las etapas en las que se impuso con fuerza el enaltecimiento de lo autóctono, surgieron resquicios de inspiración europeísta en forma de resistencia intelectual. 

Mucho más allá de su mera realidad geográfica, Europa fue durante mucho tiempo un perfecto receptáculo de valores y pensamientos que sirvió generalmente a las corrientes más avanzadas y progresistas de la sociedad española. Y en ese sentido, el ingreso en la Unión Europea culminó un anhelo histórico.

Habría que reconocer excesos en aquella idealización de Europa. Muy pronto se toparon con la farragosa práctica burocrática y reglamentista sobre la que pervive un conglomerado de Estados que, pese a sus coincidencias, se antoja a veces muy poco armónico. Pero el ideal y la norma aún sujetan con eficacia su estructura y el balance parece claramente positivo.

Entre otras cosas, España creía en 1986 que su entrada en la UE desbarataba definitivamente las intentonas golpistas, entonces aún recientes. Hoy sin embargo la presencia de la UE resurge en España con un papel sorprendente, aunque tal vez no tan distinto, como garante de una cierta institucionalidad perdida en el ámbito nacional. En primer lugar, y en coherencia con su propia naturaleza reglamentista, como baluarte de la ley y su cumplimiento tanto en sus instituciones políticas como jurídicas. No cabe duda de que la UE es y va a ser fundamental en el pulso que libran en España la Justicia, el Gobierno y el independentismo catalán. Y, con lo mimbres que se están manejando, su ausencia en este caso resultaría poco menos que catastrófica.

En segundo lugar, la UE ha cobrado un inédito protagonismo como sujeto de mediación en busca de un consenso político nacional cada vez más difícil. Tener que recurrir a la Comisión Europea para que PP y PSOE se pongan de acuerdo en la renovación del Consejo General del Poder Judicial no deja de ser chocante y, en cierto modo, lamentable.

En estos tiempos turbulentos hay que agradecer, más que nunca, que Europa no empiece en los Pirineos sino en la defensa de valores que nunca debimos perder.

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos en HERALDO por Alejandro E. Orús)

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión